Vista exterior del Panteón de Agripa. Roma 2011
Aunque la construcción más conocida y aclamada de Roma sea el Coliseo, sin duda alguna, la más amada por los romanos de todas las épocas y su mayor joya arquitectónica, es el Panteón de Agripa. No hay nadie que conozca que al volver de Roma no me haya comentando que lo que más le ha impresionado, de entre todas sus maravillas, es el templo circular diseñado por el yerno de Augusto y posteriormente reconstruido por Adriano, el único que es capaz de conectar el cielo con la tierra a través del óculo de la que aún sigue siendo una de las cúpulas más impresionantes que se puedan contemplar. Por eso y por tantos motivos, ningún rincón de Roma más adecuado para dedicarle la entrada número 100 de este blog. Desde aqui mi agradecimiento a Francisco Javier Díaz Benito por ayudarme a ilustrar una de la más hermosa obras arquitectónicas que existen.
El Panteón es el monumento antiguo mejor conservado de la capital de Italia debido a que era tal su belleza que ni siquiera los bárbaros que invadieron la ciudad, tras la caída del Imperio romano, osaron derribarlo. Cuando Roma cayó bajo dominio eclesiástico, el emperador bizantino Focas lo regaló al Papa Bonifacio VIII que lo consagró como iglesia cristiana en honor de Santa María de los Mártires. Su esquema arquitectónico y su cúpula han sido fuente de inspiración durante todas las épocas posteriores convirtiéndose en uno de los modelos más imitados del mundo. Nada hace presagiar cuando lo contemplamos en la Piazza della Rotonda que ese edificio de genuino aspecto severo y de dimensiones relativamente pequeñas (si lo comparamos con el Coliseo o las Pirámides de Gizeh) pueda encerrar en su interior la inmensidad más absoluta, fruto de la ingeniería romana, la única capaz de crear el más bello y perdurable edificio de todos los tiempos.
Interior de la cúpula. Roma 2011
Los historiadores del arte no se ponen de acuerdo sobre si el panteón que erigió Agripa (destruido en incendio de 80 d.C.) tenía un esquema similar al que contemplamos hoy en día. Lo cierto es que debió ser un edificio excepcional para que Adriano se propusiera reconstruirlo y dejar inalterable en el frontón la inscripción que aludía a su constructor: “M. AGRIPPA. L. F. COS. TERTIUM. FECIT” (Marco Agrippa, hijo de Lucio lo construyó durante su tercer consulado). Esa referencia es la que hizo creer desde la antigüedad que el edificio se databa en el siglo I a.C., hasta que en el siglo XIX, unas tareas de investigación profundas estipularon que los materiales de construcción eran propios del siglo II d.C.
El Panteón de Agripa
El Panteón de Agripa
Detalle de la inscripción. Roma 2013
Marco Vipsanio Agripa, gran ingeniero y arquitecto, englobó la construcción del templo (pagado de su propio patrimonio) dentro del proyecto de urbanización que estaba realizando en el Campo de Marte. Datado en 27 a .C. se ubicaba entre la Basílica de Neptuno y la Saepta Julia en un terreno de su propiedad.
La intención primera de Agripa era dedicar el templo a Augusto y a la gens Julia, creando un edificio destinado al culto imperial; por ello su idea originaria era colocar una imagen del Príncipe junto a la de su padre adoptivo, el Divino Julio. Augusto desestimó está propuesta, pero permitió colocar una escultura de César divinizado en el interior flanqueado por Venus y Marte, mientras que la suya propia junto a una de Agripa se colocarían en el pórtico exterior en sendas hornacinas que flanqueaban la puerta de ingreso.
Maqueta del área de Agripa en el Campo de Marte
Agripa levantó el edificio en el lugar donde se creía que Rómulo había subido a los cielos. Hay quien sostiene (pues existen vestigios arqueológicos de su primitiva orientación norte) que la entrada del Panteón conectaba con la entrada del Mausoleo de Augusto, creando un vínculo entre el fundador de Roma y el hombre que había devuelto la paz al mundo romano.
Los expertos tampoco pueden asegurar si el edificio original era redondo o si en cambio era de planta rectangular. Lo que sí es cierto es que el ancho de la cella era prácticamente el mismo al del edificio actual aunque era más pequeño (la rotonda ocuparía la antigua plaza augustea que separaba el Panteón de la basílica de Neptuno).
Plinio el viejo cuenta que sus capiteles eran de bronce y que su decoración comprendía cariátides y multitud de esculturas. Se piensa que el frontón estaba decorado por un águila imperial también en bronce sosteniendo la corona cívica.
El edificio de Adriano
El edificio de Adriano
Planta y corte transversal del Panteón de Adriano
Fuente: http://loslugarestienenmemoria.blogspot.com.es/2011/11/rotonda-de-adriano-o-panteon-de-agripa.html
La generosidad de Adriano no tiene límites al volver a colocar el friso donde se indicaba la autoría de Agripa, algo muy poco común en una época, en la que borrar el legado anterior para engrandecer la propia gloria, era un comportamiento muy habitual. Al reconocer la valía de Agripa, tan querido aún hoy por el pueblo romano, el emperador de origen hispano se glorificó más aún.
Exterior
Foto propiedad de Francisco Javier Díaz Benito. Roma 2014
Detalle de la columnata del pórtico. Roma 2013
Detalle de los capiteles corintios. Foto propiedad de Francisco Javier Díaz Benito. Roma 2014
Techumbre del pórtico. Roma 2011
Detalle del pavimento del pórtico. Foto propiedad de Francisco Javier Díaz Benito. Roma 2014
A continuación del pórtico se abre la inmensa rotonda de 58 metros de diámetro externo cuyos muros tienen un espesor de 6 metros . En ella aún pueden verse las tres líneas de imposta que delimitan los tres sectores superpuestos que constituyen el muro, cuyos materiales de relleno se van aligerando a la vez que se va ascendiendo en altura.
Vista exterior de la rotonda. Roma 2013
Interior
Sección transversal en 3D
Fuente: http://loslugarestienenmemoria.blogspot.com.es/2011/11/rotonda-de-adriano-o-panteon-de-agripa.html
La cella redonda, que presenta gran homogeneidad, mide 43,44 metros ; la altura del edificio (incluyendo la cúpula) es exactamente igual que ese diámetro, de ahí que nada en el Panteón sea producto de la casualidad. Su elegancia se rige por equivalencias numérica.
Sólo cruzar el dintel y ya se divisa la inmensidad. Roma 2013
Interior de noche. Roma 2013
Sus paredes están revestidas de vistosos mármoles en los que se abren tabernáculos posiblemente para albergar a las divinidades astrales (los cinco planetas conocidos más el sol y la luna). Con posterioridad los dioses paganos fueron reemplazados por santos cristianos. Estos altares, que alternan remates triangulares (3) con semicirculares (3) están enmarcados por dos columnas de pequeño tamaño, mientras que otras más monumentales separan cada altar. El ábside semicircular se sitúa frente a la puerta principal flanqueado por dos preciosas columnas de mármol violeta.
Ábside principal. Roma 2013
Foto propiedad de Francisco Javier Díaz Benito. Roma 1999
El pavimento (en pórfido, granito y mármol) está decorado a base de cuadrados que alternan en su interior círculos o cuadrados más pequeños. Para atenuar los efectos de la lluvia el suelo es ligeramente convexo y tiene perforaciones estratégicas que absorben todo el agua que pueda penetrar por el óculo de la cúpula.
El panteón guarda en su interior la perfección espacial más absoluta. Su esquema longitudinal inscribe un círculo dentro de un cuadrado. Además, si se traza un triángulo equilátero uniendo el óculo con los ábsides laterales opuestos obtendríamos una pirámide. Todo ello aumenta la sensación de armonía.
Cúpula
Esquema geométrico del Panteón
Fuente: http://loslugarestienenmemoria.blogspot.com.es/2011/11/rotonda-de-adriano-o-panteon-de-agripa.html
Vista exterior de la cúpula
Fuente: http://loslugarestienenmemoria.blogspot.com.es/2011/11/rotonda-de-adriano-o-panteon-de-agripa.html
No obstante, el verdadero milagro arquitectónico del Panteón lo encontramos al traspasar el dintel de entrada; en ese mismo instante inevitablemente los ojos se elevan al infinito y el alma se llena de la luz difusa que desde lo más alto penetra a través de la cúpula más hermosa jamás imaginada, la única capaz de llevarnos hasta las puertas del cielo.
Interior de la cúpula. Roma 2013
La cúpula que se eleva a 22 metros de altura, nunca fue superada en la antigüedad y sigue siendo una de las más grandes del mundo. El óculo mide 9 metros de diámetro. Está formada por 5 niveles de casetones trapezoidales dispuestos de forma concéntrica con 28 unidades cada uno. Se alza sin elementos de sujeción, todo el empuje de mampostería descansa en la estructura cilíndrica que forma el círculo de contención, que a pesar de la apariencia de robustez está realizado a base de materiales livianos. Esta pared circular está formada por dos espesores diferentes entre los que hay espacios ciegos e inaccesibles, de ahí la estabilidad de las paredes. Las capas horizontales, que dan forma a la cúpula, están realizadas con materiales muy ligeros: hormigón sobre mampostería de travertino y toba. Es una proeza técnica insuperable.
Interior de la cúpula a la luz del día. Roma 2011
Interior de la cúpula bajo el cielo nocturno. Roma 2013
Los niveles representan la carrera de los cinco planetas entonces conocidos, iluminados por el sol en forma de óculo, que de alguna manera simboliza también al emperador que domina al mundo.
Reflejo maravilloso del óculo. Foto propiedad de Francisco Javier Díaz Benito. Roma 1999
El exterior estaba revestido en bronce, retirado por los sucesivos papas para engrandecer la Roma cristiana.
El Panteón fue el primer templo romano convertido al culto cristiano. Durante el devenir de los siglos ha sufrido algunas alteraciones pero ninguna tan importante que le hiciera perder su genuino perfil. Hasta las puertas siguen siendo las originales, aunque bastante retocadas pues se retiraron las placas de bronce de las vigas y los clavos para fundirlo para realizar el Baldaquino de Bernini para San Pedro del Vaticano o cañones para el Castel San’t Angelo. Una verdadera lástima que como ha ocurrido tantas veces en la historia del arte se destruyan cosas únicas para crear otras que se pueden ver en cualquier sitio. Los propios romanos no digirieron nada bien este expolio e hicieron circular el rumor que decía “los que no hicieron los bárbaros lo hicieron los Barberini”, en alusión al Papa Urbano VIII, gran mecenas de Bernini y que pertenecía a esa familia romana.
Algo que nunca podré perdonar a Gian Lorenzo Bernini (quien pese a todo es mi escultor favorito) es la frialdad con la que fue capaz de desmantelar el Panteón, por el que el más grande de los artistas, el mismísimo Miguel Ángel Buonarroti sentía una devoción casi religiosa. No con eso, se atrevió a construir dos espantosos campanarios sobre el sagrado edificio; los campanarios suscitaron tal aluvión de críticas que desde el principio se conocieron despreciativamente con el pseudónimo de “orejas de asno”. En 1883 fueron derribados devolviendo al Panteón su silueta incomparable. Una vez más los ángeles protegieron al edificio que no sufrió en todo este proceso daño alguno. Siglos antes se había retirado también el bronce que cubría la cúpula y la decoración de capiteles y tímpano.
En el siglo XV, su interior fue enriquecido con frescos y en él se excavaron sepulturas en las que aun hoy descansan los restos de importantes artistas, como Anibal Caracci o Rafael Sanzio e incluso los del unificador de Italia, Víctor Manuel II.
El Panteón con los campanarios de Bernini en una foto del siglo XIX
Fuente: http://loslugarestienenmemoria.blogspot.com.es/2011/11/rotonda-de-adriano-o-panteon-de-agripa.html
Un hecho curioso sucede cada domingo de Pentecostés en el Panteón: cinco bomberos arrojan desde lo alto del óculo miles de pétalos de rosas para celebrar la venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles, en un ritual que se remonta a la Edad Media. El rito, que se había perdido con el paso de los siglos, se recuperó en 1995.
Lluvia de pétalos en el Panteón
Huella a través de los siglos
La influencia del Panteón en la historia de la arquitectura no tiene precedentes. Su modelo (pórtico clásico coronado por cúpula) es quizás el más copiado del mundo.
Los dos grandes arquitectos del renacimiento, Filippo Brunelleschi y Miguel Ángel Buonarroti lo estudiaron con detenimiento antes de levantar sus respectivas cúpulas en Santa María dei Fiori en Florencia y en San Pedro del Vaticano. Ninguno de los dos fue capaz de entender el misterio que hacía que la cúpula siguiera en pie e inalterable. Y los dos, cuyas cúpulas se cuentan entre las más famosas del mundo afirmaron que podían hacer las suyas más grandes, más modernas pero nunca más hermosas.
Con posterioridad, Andrea Palladio difundió ampliamente el modelo a través de sus villas, siendo especialmente famosa Villa Rotonda en las cercanías de Vicenza. Esta propagación se incrementó en el Neoclasicismo tal y como se aprecia entre otros muchos en el Panteón de Soufflot en París, en el templo de Possagno de Antonio Canova, en la rotonda del Museo Británico, en la de la Universidad de Virginia diseñada por Thomas Jefferson o en el mismísimo Capitolio de Washington.
Igualmente la alternancia de formas geométricas del interior sirvió de prototipo para numerosas fachadas del Renacimiento como la del Palacio Farnesio.
Villa Rotonda. Andrea Palladio. 1566. Vicenza
Panteón. Soufflot. 1790. París
Fuente: «Pantéon (Francia)» de Taken and edited by M.Romero Schmidtke - Enciclopedia Libre en español. Disponible bajo la licencia CC BY-SA 3.0 vía Wikimedia Commons - https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Pant%C3%A9on_(Francia).jpg#/media/File:Pant%C3%A9on_(Francia).jpg
Capitolio. 1800. Washington
Templo Canoviano. Antonio Cánova. 1830. Possagno
Fuente: "Tempio Canoviano 1" por Furio Imperiale - Lavoro personale. Licenciado sob CC BY-SA 3.0, via Wikimedia Commons - https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Tempio_Canoviano_1.jpg#/media/File:Tempio_Canoviano_1.jpg
Iglesia della Madre di Dio. 1830. Turín 2014
Palacio Farnesio. Antonio Sangallo el joven. 1545-89. Roma
“Angelico e non umano”
Miguel Ángel Buonarotti. Siglo XVI
“Ay su belleza al claro de luna”
“El más bello recuerdo de la antigüedad es sin lugar a dudas el Panteón. Este templo ha sufrido tan poco, que aparenta estar igual que en la época de los romanos”.
Stendhal. Siglo XIX
“Este templo abierto y secreto estaba concebido como reloj de sol. Las horas girarían en redondo en el centro de este suelo abrillantado con tanto esmero; el disco de luz descansaría en él como una rodela de oro; la lluvia formaría un charco puro; la plegaría se escaparía como el humo hacia ese vacío en donde situamos a los dioses”.
Margarite Yourcenar. "Memorias de Adriano". 1950
“Mientras el Coliseo me estremece por su soterrada violencia, el Panteón me transmite una sensación de serenidad. Cruzas su puerta y ya eres dueño de la gran sala, por más que haya mucha gente alrededor. Te rodean decenas de personas, pero sientes que estás solo. Los seres humanos vivimos siempre acompañados por un sentimiento de temor, desde que nacemos hasta que morimos. Pero existen algunos lugares en donde este sentimiento se diluye. Quizás porque son espacios sabiamente construidos. El Panteón es uno de ellos…, ese agujero de la cúpula abierto al cielo, a la lluvia, al aire, a la nieve, por donde uno puede sentir la presencia de los dioses amables y olvidar, por un momento, los desastres de la existencia y el miedo a la muerte”.
Javier Reverte. “Un otoño romano”. 2014