A pesar de que Nerva intentó congratularse con el Pueblo, el Senado y el ejército, el descontento en algunas facciones seguía patente.
Tras los acontecimientos de octubre del 97, en los que Nerva fue tomado como rehén en su propia casa, éste no tuvo otra alternativa que buscar un heredero fuerte que complaciera a todo el mundo y aplacara los ánimos.
Nerva no tenía hijos naturales y sólo contaba con algunos parientes lejanos, no aptos para ostentar cargos públicos. Por eso, el heredero debía ser elegido entre los poderosos gobernadores de provincia o los grandes generales de las legiones. La primera opción del emperador fue adoptar a Marco Cornelio Nigrino, gobernador de Siria, pero sufrió una gran oposición entre los defensores del otro potencial candidato: Marco Ulpio Trajano, general de los ejércitos de Germania. Trajano fue finalmente el elegido, siendo adoptado por el emperador al mismo tiempo que fue nombrado inmediatamente César. Compartió el cuarto consulado de Nerva.
“Nerva, por tanto, viéndose así despreciado a causa de su avanzada edad, ascendió al Capitolio y dijo a grandes voces: que la prosperidad sea con el Senado y el Pueblo de Roma, y conmigo mismo. Por la presente adopto a Marco Ulpio Trajano. A continuación, en el Senado, lo nombró César y le envió un mensaje escrito de su puño y letra: que los dánaos expíen mis lágrimas con tus flechas”(Díon Casio. Historia Romana, Libro LXVIII. 3).
Trajano tenía gran experiencia militar, ascendencia consular y las influencias necesarias. El hecho de ser hispano no le perjudicó pues la península itálica había ido perdiendo progresivamente su papel de control en la política romana. Para evitar que Nigrino se convirtiera en rival de Trajano se le cesó como gobernador de Siria y fue reemplazado por Aulo Larcio Prisco.
Meses después, el 1 de enero del 98, Nerva sufrió un ataque cerebrovascular muriendo a los pocos días. Fue deificado y enterrado en el Mausoleo de Augusto. Trajano le sucedió sin incidentes siendo recibido con mucho entusiasmo por el pueblo romano. El nuevo emperador tenía 45 años.