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Padre de la Patria

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“Cuando ejercía mi decimotercer consulado, el Senado, el orden ecuestre y el pueblo romano entero me designaron Padre de la Patria y decidieron que el título había de grabarse en el vestíbulo de mi casa, en la Curia y en el Foro de Augusto, así como en las cuadrigas que, con ocasión de un senadoconsulto, se habían erigido en mi honor”.
Augusto. Res Gestae Divi Augusti. 35

Cayo César niño. Copia de busto en mármol. Museo del Ara Pacis. Roma 2013

Pasado el desconcierto inicial que suscitó la renuncia de Tiberio a seguir ejerciendo cargo público alguno al servicio del Estado, Augusto siguió gobernando su Imperio, aliviado porque un año después de este hecho, su nieto mayor Cayo asumió la toga viriliscuando cumplió 15 años (en el año 5 a.C.) lo que suponía que se convertía en un hombre de pleno derecho. Ese mismo año fue nombrado princeps iuventutis (Príncipe de la Juventud) siendo reconocido también miembro honorario del orden ecuestre. Ambos títulos eran de nueva creación y eran más bien simbólicos, destinados a aumentar su prestigio, pues no implicaban poder ni responsabilidad real.
Poco más se sabe de los asuntos públicos durante estos años. Augusto se vio obligado a mandar a otros generales a liderar sus ejércitos, como es el caso de Lucio Domicio Enobarbo, casado con su sobrina Antonia Mayor, a quien le dio el mando de Germania. Aunque prefería dar el control de sus ejércitos a miembros de su familia, esto no siempre era así.


Augusto Legislador. Siglo I a.C. París. Museo del Louvre

         También se supone que durante este periodo el emperador viajó poco, pues temía dejar Roma desprotegida al no contar con un colega de gobierno de plena confianza, por lo que las delegaciones extranjeras tenían que acercarse hasta la capital del Imperio para entrevistarse con él. Múltiples eran las peticiones que le llegaban y que ahora tenía que atender en solitario. Por ejemplo en esta época las comunidades de Asia, asoladas por continuos terremotos le pidieron una exención de impuestos. Augusto les permitió no pagar impuestos durante dos años abonando él mismo de su dinero la suma equivalente al Estado. Gestos como este ponen de manifiesto la gran generosidad que siempre manifestó el Príncipe hacia sus súbditos más necesitados. De ahí que fuera tan amado y respetado.
En los años 4 y 3 a.C. Augusto reformó el procedimiento por el cual un gobernador provincial podía ser procesado, por extorsión u otros abusos de poder, más rápidamente al mismo tiempo que se establecieron más asentamientos de militares veteranos.
Sin embargo, el año 2 a.C. comenzó muy bien. Augusto ocupaba el consulado por decimotercera vez y Lucio César asumió la toga virilis. Fue nombrado augur y al igual que su hermano, Príncipe de la Juventud. Elemperador cada vez confiaba más en sus adorados muchachos, y veía dichoso como empezaban a contraer cada vez mayores responsabilidades. No había mayor felicidad para él saber que el futuro de Roma estaba asegurado en la continuación de la sangre Julia.

Lucio César. Siglo I a.C. Cuenca. Museo

Ese mismo año se inició una campaña popular para conferir a Augusto el título de Pater Patriae (Padre de la Patria), el mayor honor que se podía dar a un gobernante romano, pues se había asignado en muy raras ocasiones. Los dos últimos que lo habían ostentado habían sido Julio César (tras la batalla de Munda) y Marco Tulio Cicerón (cuando descubrió la Conspiración de Catilina). Pero ninguno de ellos fue concedido con tanta rotundidad y apoyado por todos los estratos de una sociedad romana que valoraba la estabilidad traída por el Príncipe gracias a su dedicación absoluta a velar por el bienestar del Estado, independientemente de cuál hubiera sido su comportamiento, a veces dictatorial, en sus inicios, cuando solo era un joven ansioso de vengar la muerte de su padre adoptivo asesinado de una manera tan vil, cuya supervivencia era muy cuestionable. Con su trabajo incansable durante 30 años, ahora el pueblo y el Senado lo veían como un paterfamilia universal que había traído a Roma la paz y la prosperidad tan añorada tras décadas de guerras civiles.


Copia del Augusto de Prima Porta ante los restos del Foro de Augusto. En el pedestal se lee la incrispción "PATER PATRIAE". Roma 2013

De hecho el 5 de febrero en una sesión del Senado, fue Valerio Mesala en una sincero discurso (un senador que había luchado contra Augusto en Filipos y que siguió a Marco Antonio hasta Egipto para después pasarse al bando del entonces Octavio en Accio) quien se dirigió al antaño enemigo en estos términos: “¡Qué todas las bendiciones y el divino favor caigan sobre ti y tu familia, César Augusto! De este modo también suplicamos una perpetua buena fortuna para la república y alegría permanente para nuestra ciudad. El Senado y el Pueblo de Roma te saludan como Padre de la Patria. El Príncipe (con 61 años) se emocionó hasta tal punto con la distinción  que por primera vez en su vida se le llenaron los ojos de lágrimas en público al contestar:“Padres del Senado, finalmente he logrado mi mayor ambición. ¿Qué mas puedo pedir a los dioses inmortales, excepto poder gozar de vuestra aprobación hasta el día de mi muerte?”. (Suetonio. Vida de Augusto. 58.2). Anteriormente Augusto había rechazado el título ofrecido por una delegación del pueblo. El trabajo de una vida, daba sus frutos al ser reconocido de este modo por la totalidad de la sociedad romana.


Reconstrucción del Foro de Augusto. Siglo I a.C.
Fuente: Roma Capitale

           Al poco tiempo, el 12 de mayo de ese mismo año 2 a.C. para culminar los festejos se inauguró la joya arquitectónica del Principado, el gran Foro de Augusto presidido por el Templo de Marte Vengador, que celebraba en mármol el liderazgo de su emperador y la gloria de Roma. Para tal ocasión, Cayo y Lucio presidieron carreras de caballos y participaron en juegos troyanos junto con el más pequeño de sus hermanos, Agripa Póstumo (de 10 años). Asimismo se celebraron juegos de gladiadores y la matanza de 36 cocodrilos a mano de cazadores profesionales en un pequeño lago creado para tal fin en el Circo Flaminio.
 Sin embargo, el espectáculo más grandioso que tuvo lugar fue una naumaquia, es decir una gran batalla naval, la de Salamina entre persas y atenienses, para la cual se excavó al lado del Tíber un lago artificial de 550 metros de largo por 365 metros de ancho. En la contienda participaron 3.000 hombres, 30 trirremes y birremes perfectamente equipados y muchos otros barcos pequeños. Al igual que en la batalla real vencieron los atenienses. No está claro si la batalla fue real o simulada; si bien es cierto que Augusto prohibió los combates a muerte, también es raro que no corriera algo de sangre, tan habitual en los espectáculos romanos.

La Naumaquia. Ulpiano Checa. 1894. Colmenar de Oreja. Museo Ulpiano Checa
Fuente: «La naumaquia-Ulpiano Checa» de Poniol60 - Trabajo propio. Disponible bajo la licencia Dominio público vía Wikimedia Commons - https://commons.wikimedia.org/wiki/File:La_naumaquia-Ulpiano_Checa.JPG#/media/File:La_naumaquia-Ulpiano_Checa.JPG

La deshonra de Julia

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 "Cuando se gobierna no se puede admitir ningún tipo de debilidad a pesar de tu propio sufrimiento y del que puedas inflingir a los tuyos"
Augusto a Julia en la MIniserie Augusto, el primer emperador, 2004.

Julia la Mayor. Siglo I a.C. Berlín. Altes Museum

     El año 2 a.C., que tan brillantemente se había desarrollado en su primer semestre, acabó de la peor manera posible, pues tuvo lugar una conspiración contra Augusto liderada por Julo Antonio (el único hijo superviviente del matrimonio entre Marco Antonio y Fulvia) y la propia hija del emperador, Julia.
Con su marido Tiberio en el exilio voluntario, Julia (que siempre había mantenido una vida disoluta fuera del matrimonio) se volvió más descuidada. Tomó como amante a Julo Antonio, con el que se había criado (el pequeño había sido acogido en casa de su tía Octavia a la muerte de sus padres) y a quien había vuelto a reencontrar en los círculos que ambos frecuentaban (reunión de un grupo de intelectuales que pacíficamente mostraban su disconformidad con la pérdida de libertades que había supuesto el gobierno de Augusto). Desde ese momento ambos no hicieron nada por ocultar su pasión. 


Julia (Vittoria Belvedere) junto a Julo Antonio (Juan Diego Botto) en la miniserie Augusto, el primer emperador. 2004

     Por ello, los amantes se unieron a una conjura para acabar con la vida de Augusto en la fecha que se conmemoraba el 30 aniversario de la Batalla de Accio (que tendría lugar en el año 1 a.C.). Julo probablemente albergaba la romántica idea de vengar la memoria de su padre Marco Antonio, aún cuando éste lo abandonó y a Augusto debía todo lo que tenía, pues siempre había sido tratado como un miembro más de la familia imperial y había recibido una esmerada educación y un cursus honorum a la altura de su clase. Julia, por su parte, seguramente ignoraba la finalidad última de la rebelión, pues es dudoso que tuviera intención alguna de asesinar a su padre; ella sólo anhelaba poder obtener el divorcio para contraer matrimonio con Julo y asegurar el futuro de sus hijos, en caso de que Augusto falleciera pronto, frente a la facción de Tiberio y Livia. Esto se puso de manifiesto en una orgía nocturna por las calles de Roma, en las que la joven subida en los hombros de Julo Antonio, coronó una estatua de Marsias (símbolo de la libertad) para reivindicar su propia libertad. Precisamente Marsias era un sátiro que sufrió castigo por enfrentarse a Apolo (dios tutelar del emperador).
Cuando se descubrió la conjura, Julia fue acusada de traición y adulterio. En ese momento todas sus relaciones extramatrimoniales salieron a la luz. Augusto, rígido como siempre era a la hora de aplicar las leyes y de dar ejemplo, a pesar del inmenso dolor que sintió, no tuvo más remedio que desterrar a Julia, tal y como estipulaba la ley que en el 17 a.C. había promulgado para castigar severamente la infidelidad. Sus amantes y demás implicados en la conjura (que no llegó a ser más que una mera intención) fueron juzgados y condenados al destierro, a excepción de Julo Antonio que fue obligado a suicidarse.


Julia (Vittoria Belvedere) es llevada al exilio en la miniserie Augusto, el primer emperador. 2004

Julia partió hacia el exilio a la Isla de Pandataria acompañada de su madre, Escribonia, con la que apenas había tenido trato y que se ofreció a compartir el destino de su hija. En la pequeña isla, tenía prohibido el contacto con cualquier hombre incluso con los soldados encargados de vigilarla. No disponía de lujos ni siquiera en lo referente a la alimentación. Las pocas visitas que podía recibir eran supervisadas por Augusto que solicitaba incluso informes sobre el aspecto físico de los hombres para que no le resultaran atractivos a Julia.
Algunas fuentes hostiles a Livia apuntan la implicación de la emperatriz en la caída en desgracia de Julia con la intención de favorecer el regreso de su hijo. No obstante, es poco probable una intervención suya más allá de intentar advertir a Augusto sobre el comportamiento de su hija.


Augusto (Peter O'toole) y Julia (Vittoria Belvedere) en la miniserie Augusto, el primer emperador. 2004

El Príncipe soportó mucho peor la deshonra de Julia que la muerte de sus seres queridos, pues acostumbrado a imponer su voluntad se sintió humillado y ridiculizado además de ser consciente que había fracasado como padre. "Eres incapaz de querer a nadie. Sólo te importa tu Imperio Romano. Haz conquistado el mundo pero has perdido tu alma". Con esta palabras de despide Julia de Augusto en la MIniserie Augusto, el primer emperador.
El emperador estuvo largo tiempo recluido y alejado de la vida pública. Incluso no compareció en el Senado para acusarla sino que envío una carta con los delitos que se le atribuían y con los nombres de todos los implicados en la conjura. Cuando se enteró que la liberta encargada del cuidado de su su hija, Febe, se había suicidado, exclamó que “Desearía haber sido el padre de Febe”. (Suetonio. Vida de Augusto. 65,2-3). Augusto comunicó a Tiberio el divorcio de su hija, pero ni le perdonó su abandono ni le permitió volver del exilio, pues en el fondo lo culpaba de la degeneración de la conducta de Julia al no haber sabido llevar las riendas de su matrimonio.
A pesar de todo, los muchos seguidores de Julia continuamente reclamaban a Augusto su perdón. Este contestaba airado “¡que los dioses os castiguen con hijas o mujeres que se comporten del mismo modo!” (Dion Casio. Historia Romana. 55,13,1) o “antes se mezclarán el fuego y el agua que se le permita volver”;  algunos seguidores de Julia lanzaron antorchas encendidas al Tíber en señal de protesta (Suetonio. Vida de Augusto. 65,3).
Después de cinco años, Augusto cedió un poco y la trasladó a una isla de mayores dimensiones, Reghium a la vez que ordenó que se suavizaran un poco sus condiciones de vida. Aún así nunca volvió a pronunciar su nombre y dejó estipulado en su testamento que si le sobrevivía no la enterraran en su mausoleo.


Julia con Cayo César en el Ara Pacis Augustae. 13-9 a.C. Roma 2013

No sabemos como afectó el escándalo a Cayo y a Lucio César porque las fuentes no lo mencionan. Aunque era su progenitora, realmente habían pasado poco tiempo con ella desde el momento que fueron adoptados por su abuelo. No obstante, Julia amaba mucho a sus hijos y siempre estuvo pendiente de ellos y luchando por sus intereses por lo que no debían haber sido totalmente indiferentes a la desgracia de su madre, aunque públicamente intentaran esconder sus sentimientos para no contradecir a Augusto.  

Julo Antonio

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Julo Antonio (Juan Diego Botto) en un fotograma de la serie Augusto, el primer emperador. 2004

Era el hijo pequeño de Marco Antonio y su tercera esposa Fulvia. Nacido en 43 a.C., tuvo una infancia muy complicada debido a la azarosa vida de sus padres.
En 40 a.C. su madre fue exiliada tras enfrentarse junto con el hermano de su marido, Lucio Antonio y 8 legiones, al entonces triunviro Octavio en la Batalla de Perusia mientras Marco Antonio estaba en Egipto viviendo la primera parte de su romance con la reina Cleopatra. 
Fulvia murió ese mismo año, por lo que el pequeño Julo de sólo tres años pasó a vivir con su padre y su nueva esposa, Octavia, hermana de su colega triunviral, que lo educó junto a su hermano Antilo y al resto de sus hijos propios: tres de su primer matrimonio con Cayo Claudio Marcelo y las dos hijas nacidas de su matrimonio con Marco Antonio. Tras el divorcio de su padre con su bondadosa madrastra, Antilo partió hacia Egipto con él mientras que Julo siguió viviendo con Octavia, que lo quiso y trató siempre como uno más de sus hijos.


Supuesto retrato de Marco Antonio. Siglo I a.c. Roma. Museos Capitolinos 

Tras el suicido de Marco Antonio y Cleopatra en el año 30 a.C., el futuro Augusto mandó asesinar a su hermano Antilo y a Cesarión pues a pesar de su corta edad ya eran hombres de pleno derecho. El primero tenía 16 años y el segundo 17. No obstante, perdonó la vida de Julo aunque ya tenía 13 años, probablemente a instancias de Octavia, que lo protegió especialmente, quizás conmovida por la infortunada infancia del ahora adolescente Julo.
Precisamente gracias a Octavia, Augusto trató siempre al hijo de Marco Antonio con gran consideración otorgándole importantes honores. En 21 a.C. lo casó con su sobrina Marcela la Mayor, recién divorciada de Agripa e hija de Octavia. Así entró de pleno derecho en la familia imperial, en la que quizás hasta ese momento se había sentido como un intruso. Fue retratado incluso en el Ara Pacis Augustae junto a su madrastra Octavia. Con Marcela tuvo tres hijos: Lucio y Cayo Antonio además de Julia Antonia (Augusto y el Senado habían prohibido que ningún varón de la gensAntonia volviera a llevar el praenomen Marco).

Julo Antonio, siguiendo a Octavia, acaricia la cabeza de Julia Menor en el Ara Pacis. 13-9 a.C.

Julo accedió a las más altas magistraturas del Estado: fue pretor en 13 a.C., cónsul en 10 a.C. y procónsul en Asia en 7 a.C. Apreciaba mucho a Augusto hasta el punto que Horacio dedica una Oda referida al instante en que Julo intentó escribir un poema para cantar el regreso del emperador desde la Galia“El que pretende, Julo, rivalizar con Píndaro, se confía en las céreas alas que Dédalo inventó, para dar su nombre a las cristalinas olas. Como río que se despeña del monte y engrosado por las lluvias extiende sus riberas, el gran Píndaro hierve y se precipita con raudal profundo; siempre digno del laurel de Apolo, ya siembre de voces nuevas sus audaces ditirambos en estrofas libres de toda ley, ya ensalce a los dioses o a los reyes, progenie divina, por cuyo valor fueron derribados los Centauros con justa muerte y apagadas las llamas de la espantosa Quimera.
Ya cante al atleta o al caballo vencedor, a quienes la palma de Elea equipara a los inmortales, glorificándolos más que cien estatuas; ya llore la suerte del joven arrebatado a la doliente esposa, y eleve a los cielos la fuerza, el valor y las puras costumbres que las sombras del Orco son impotentes a oscurecer. El cisne Dirceo en su pujante vuelo, ¡Oh Antonio!, consigue remontarse por encima de las nubes; yo, al modo de la abeja de Matina, que liba con afán solicito el oloroso tomillo, forjo humilde y laboriosamente mis canciones cerca del bosque o los húmedos arroyos de Tibur.
Tú cantarás con briosa inspiración las glorias de César (Augusto) cuando ceñido de laureles conduzca los feroces sigambros por la cuesta sagrada del Capitolio; nunca los destinos ni los benévolos dioses han concedido a la tierra príncipe tan excelso y tan justo, ni podrían dárnoslos, aunque tornásemos a la Edad de Oro.
Después cantarás los días venturosos y el júbilo inmenso de la ciudad, con el Foro cerrado a los procesos por la vuelta tan deseada del invencible Augusto. Entonces, si mi voz merece ser oída, se unirá con gusto a tus acentos, exclamando: “Oh día hermoso, día inolvidable que nos devuelves a César!” y durante su marcha solemne los ciudadanos alborozados prorrumpirán conmigo “ triunfo, triunfo!”, y levaremos nubes de incienso a los benignos dioses”. (Odas. Libro IV. II).
Era conocida la afición de Julo a escribir poemas y su fascinación por la cultura griega aunque no se ha conservado nada de lo que escribió.
      Sin embargo, por mucho que estimara a Augusto, la sangre siempre tira a la sangre. Es difícil que Julo hubiera olvidado todo el daño que le causó el Emperador, responsable de la muerte de su madre, de su padre y de su hermano mayor. Así que cuando Julia, la hija adorada del Príncipe se enamoró de él no desaprovechó la ocasión de intentar vengarse.

Julo Antonio (Juan Diego Botto) y Julia (Vittoria Belvedere) en un fotograma de la serie Augusto, el primer emperador. 2004

Los dos jóvenes se habían criado juntos. Luego la vida los llevó por diferentes caminos volviendo a coincidir ahora en los mismos círculos, formados por intelectuales con ideas contrarias a las del Principado. Se hicieron amantes al instante. Independientemente del amor que se tuvieran, mientras que Julo comenzaba a albergar ideas monárquicas basadas en un matrimonio con Julia, ésta probablemente sólo pensaba en divorciarse de Tiberio y buscar un aliado para proteger a sus hijos Cayo y Lucio, aún muy pequeños, frente a la facción de Livia y Tiberio en caso de que muriera Augusto. Por ello, ambos se unieron a una conjura que pretendía acabar con la vida del emperador en el 30 aniversario de la batalla de Accio, que tendría lugar el año siguiente (1 a.C.). Estarían claras las connotaciones románticas que tendría para Julo tal objetivo: vengar la memoria de su padre y recuperar su legado. Mientras que Julia casi con total seguridad desconocería el objetivo último de la conspiración.
Descubierta ésta, salieron a la luz todos los adulterios cometidos por Julia por lo que la joven fue desterrada a la isla de Pandataria. Sus numerosos amantes fueron condenados igualmente al exilio, salvo Julo Antonio que fue acusado de alta traición y condenado a muerte. El joven siguió el camino de su padre y acabó suicidándose. Este fue el triste epílogo para el último hijo varón de Marco Antonio que seguía con vida (los hijos egipcios habían muerto en su infancia). Un final sombrío para un año 2 a.C. que había sido hasta ese momento tan glorioso. Augusto vivió con gran amargura el doble dolor que le habían ocasionado en el propio seno de su familia.

Las Saturnales y la Navidad

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La Juventud de Baco. William Adolphe Bouguereau refleja el espíritu de las Saturnales. 1884

Las Saturnales eran una de las más importantes y conocidas festividades del calendario romano, realizadas en honor de Saturno, dios de la agricultura y de la vida civilizada; de alguna manera son precursoras de la Navidad, aunque también muestran algunos elementos heredados por el carnaval.
Tenían lugar precisamente entre los días 17 y 23 del mes de diciembre para conmemorar el fin del período más oscuro del año y el nacimiento de una nueva fase de luz coincidiendo con la entrada del sol en el signo de Capricornio (solsticio de invierno). Festejaban la finalización de las labores del campo tras la conclusión de la siembra del otoño y la espera hasta el momento de la recogida. Augusto pretendió sin éxito rebajar la duración de las Saturnales a tres días: el 17, el 18 y el 19.
Eran unas fiestas de alegría incontenible y de relajación de las rígidas costumbres sociales en las se sucedían los banquetes, los bailes, las borracheras y los intercambio de regalos entre familiares y amigos. Se cerraban los negocios, los niños no iban a las escuelas, la administración se paralizaba e incluso se permitían los juegos de azar, normalmente prohibidos.


Templo de Saturno en el Foro Romano. Roma 2011

Los festejos comenzaban con un sacrificio en el templo de Saturno, uno de los más antiguos e imponentes del Foro Romano, seguido de un banquete público al que estaba invitado todo el mundo. Saturno se asociaba al dios prehelénico Crono, que gobernaba la tierra cuando los hombres vivían felices sin separaciones sociales. Por ello durante estos días los esclavos era frecuentemente liberados de sus obligaciones y sus papeles, a veces eran cambiados con los de sus dueños, de ahí las semejanzas con asemeje el actual Carnaval.
Posteriormente, el nacimiento del Sol y su nuevo período de luz fueron sustituidos por la Iglesia haciendo coincidir en esas fechas el nacimiento de Cristo.
          Al igual que hoy en Navidad se decoraban las casas con plantas y se encendían velas para celebrar la venida de la luz y el año nuevo. Todas las clases sociales participaban en las fiestas y las calles se llenaban de gente que gritaba “Io Saturnalia”(“Vivan las Saturnales”). 


Aosta (Augusta Praetoria)

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La vieja Aosta de cesáreas murallas envolventes, que en el pasillo alpino eleva sobre los bárbaros modales el Arco de Augusto”
Giousuè Carducci. Piamonte. 17-20. Siglo XIX


En mi fabuloso viaje por el Norte de Italia de agosto de 2014, visité por primera vez Aosta, otra de las ciudades que lleva el nombre de mi emperador, con las modificaciones que el tiempo le ha imprimido. Llamada originariamente Augusta Praetoria Salassorum, surgió alrededor de 25 a.C. como fortaleza militar siendo uno de los bastiones romanos más importantes al norte de los Alpes.


Augusta Praetoria


       La ciudad, a la que se accedía a través de 4 puertas, estaba acotada por una imponente muralla. Siguiendo el modelo Hipodámico, la cruzaban un Cardo Máximo y un Decúmano Máximo que articulaban las diferentes zonas en las que se construyeron los edificios típicos de las ciudades romanas de los que nos han llegado notables vestigios. 
  • Teatro

Teatro romano. Aosta 2014

             Con una capacidad para 4.000 espectadores fue erigido en tiempos de Augusto en el 25 a.C. aunque sufrió algunas remodelaciones en siglos posteriores.
        Constaba de los elementos típicos del teatro romano, de los que se pueden identificar claramente en la actualidad la  cavea, la orchestra (con un diámetro de 10 metros) y la fachada sur. Ésta última medía 22 metros de altura y se caracterizaba por una alternancia de contrafuertes y de arcadas aligeradas por tres niveles de ventanas de varios tamaños. La existencia de la misma hace pensar que el teatro estuviera cubierto. Del scenae frons (fachada escénica) sólo permanecen en pie los cimientos. Nada queda de las columnas corintias ni de las esculturas de mármol que lo adornaban.


Teatro romano. Cavea y fachada meridional.  Aosta 2014

            Me llamó la atención del teatro no sólo el enclave maravilloso en el que se ubica desde el que se divisan los Alpes en la lejanía, sino también la robustez de su aspecto y la sobriedad de los materiales usados para su construcción que contrastan diametralmente, por ejemplo, con el teatro de Mérida tan diáfano y luminoso, lo que evidencia la adaptación a la orografía del terreno y al clima de la arquitectura romana en las diferentes provincias del imperio.


Aosta 2014

Aosta 2014

Los Alpes a través de un arco del teatro. Aosta 2014

            Junto a él se ubicaba el anfiteatro de época de Claudio.
  •  Arco de Augusto

Grabado del Arco de Augusto por F. Corni

          Es sin duda el monumento romano más famoso de Aosta que conmemora la victoria sobre los salasi que poblaban la zona. Dedicado al fundador de la nueva colonia impresiona por su aspecto imponente y severo.
            Realizado en piedra conglomerada a eje con el Decumano Máximo y a pocos metros de la Porta Praetoria (entrada monumental de la ciudad) presenta un solo vano. Mezcla elementos de diversos órdenes arquitectónicos: mientras las columnas son corintias, arriba el entablamento presenta triglifos y metopas. El ático, donde se inscribían en letras de bronce la dedicatoria, desapareció hace tiempo.


Arco de Augusto. Aosta 2014

Arco de Augusto. Aosta 2014

  • Puente

Puente romano

           Originariamente bajo el río Buthier es el primer monumento romano que acoge a los visitantes. Cercano al Arco de Augusto se conserva en muy buen estado y aún se usa para el tránsito aunque el río, que cambió el curso de su corriente en la Edad Media ya no pase por debajo de la única arcada que forma su estructura. Con una largura de 6 metros fue construido durante la época de Augusto con bloques de piedra, siguiendo los modelos arquitectónicos romanos.
  • Criptopórtico del Foro

          Datado en época augustea, se ha discutido mucho sobre la función de esta estructura subterránea (que probablemente no tenía más finalidad que corregir el desnivel del terreno) a la que se dotó de una función político-litúrgica pues sobre él se alzaban los dos templos  más importantes de la ciudad: el consagrado a Augusto divinizado y el dedicado a la Tríada Capitolina (Júpiter, Juno y Minerva). Se articula en tres brazos divididos en dos naves abovedadas. Las galerías están iluminadas por una serie de ventanillas para permitir la ventilación.
              En la Edad Media fueron usados como almacenes.
  • Murallas


             El recinto murario de la antigua Aosta formaba un rectángulo de 724 x 572 metros. Estaba construida por un estrato interno de guijarros fluviales y mortero y uno externo a base de bloques de travertino. Algunos tramos son aún visibles perfectamente en el trazado de la ciudad actual así como algunas de las torres.
  • Puerta Praetoria


            Levantada igualmente en 25 a.C. era la puerta de ingreso oriental de Augusta Praetoria. Está construida con bloques de piedra fijados con pizarra triturada.
Compuesta de dos series de arcos, uno central de 7 metros para el paso de los carros y dos laterales de 2,65 metros para el paso de los peatones, presenta un excelente estado de conservación. Estas arcadas encierran una plaza de armas. Los tres vanos orientales tenían una cancela levadiza. Las dos torres han sido muy reformadas en el curso de los siglos. 

Lucio César

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Copia de busto de Lucio César

          Lucio Vipsanio Agripa era el segundo hijo varón del matrimonio entre Marco Vipsanio Agripa y Julia la Mayor, hija del emperador Augusto. Vino al mundo el año 17 a.C. siendo adoptado por su abuelo en ese mismo momento junto con su hermano de 3 años, Cayo. En ese momento paso a llamarse Lucio Julio César.


Lucio César niño. Copia de busto en mármol. Museo del Ara Pacis. Roma 2013

           En ese momento los niños, a pesar de que vivían sus padres, pasaron a vivir con Augusto y Livia en su casa del Palatino donde recibieron una educación encaminada a convertirlos en los herederos del emperador, empeñado como estaba en legar la salvaguarda del Imperio romano a algún descendiente de su sangre.
Desde muy tierna edad, junto con su hermano Cayo participó en actos oficiales estando expuestos siempre a la opinión pública.

                 
Lucio César niño. Siglo I a.C. Roma. Fondazione Sorgente Group


En 2 a.C. asumió la toga virilis. Esta ceremonia típica de la antigua Roma simbolizaba el paso de la infancia a la adolescencia. Como cualquier otro padre, Augusto que era cónsul por decimotercera vez, acompañó al joven de 15 años hasta el Tabularium para que fuera inscrito en el registro. Acto seguido se dirigieron al Foro donde se le despojó de la toga praetexta(blanca con banda púrpura que portaban los niños) y se le vistió con la toga virilis (totalmente blanca). A partir de este año esta ceremonia comenzó a llevarse a cabo en el Templo de Marte Vengador. A continuación subieron al Monte Capitolino para hacer una ofrenda a Júpiter Optimo Máximo. Concluyó la ceremonia con la consagración de los juguetes del Lucio, su bulla(colgante que llevaban los niños varones para protegerlos de los malos espíritus) y su toga praetexta a los dioses Lares, protectores de su casa familiar y con un gran banquete en el que participaron la familia y los allegados. Desde ese momento Lucio César se convirtió en ciudadano romano de pleno derecho, pudiendo acceder a cualquier magistratura. Por ello, fue nombrado Príncipe de la Juventud al igual que su hermano Cayo.
En 2 d.C. fue enviado a Hispania para afianzar su adiestramiento militar en un lugar pacificado donde no corriera riesgos innecesarios. En la Galia Narbonense, hizo una parada en Massilia (actual Marsella) donde recibió en nombre de Augusto a las embajadas que querían hacerle llegar peticiones. Estando allí enfermó, muriendo el 20 de agosto con tan sólo 19 años. Una vida fugaz, que supuso un duro varapalo para el Príncipe que veía peligrar seriamente sus planes dinásticos. Poco más dicen las fuentes sobre la reacción de Augusto, pero su desasosiego debió ser inmenso hasta el punto de que el temor por el futuro del Principado le llevó a consentir la vuelta de Tiberio del exilio.


Lucio César heroizado

  Los retratos que han llegado hasta nosotros de Lucio, así como sus representaciones en las monedas, nos muestran a un joven de facciones marcadamente julianas con gran parecido fisonómico a su abuelo Augusto. Muy guapo y de aspecto delicado.
           En cuanto a su carácter, poco revelan las fuentes, salvo que tanto él como su hermano estaban muy consentidos por lo que a veces podían ser altivos y engreídos. Aún así ambos tenían un carácter abierto y alegre, por lo que conectaban muy estrechamente con el pueblo.

Tiberio regresa de Rodas

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Busto de Tiberio. Siglo I d.C. París. Museo del Louvre
Fuente: "Tiberius bust". Con licenza CC BY-SA 3.0 tramite Wikimedia Commons - https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Tiberius_bust.jpg#/media/File:Tiberius_bust.jpg

               En el año 1 a.C. habían expirado los poderes de tribuno y el imperium maiusque ostentaba Tiberio (y que no fueron revocados cuando se exilió) por lo que a partir de ese momento el hijo de Livia dejó de ocupar cargo público alguno.
            En ese momento (con Julia ya en el exilio y legalmente divorciado) envío una carta a Augusto solicitando permiso para volver a Italia como un privado para visitar a su madre y a su hijo Druso el Menor a quienes echaba mucho de menos. La petición fue duramente rechazada por el emperador que le espetó “debes abandonar toda esperanza de visitar a la familia de la que estuviste tan deseoso en desertar”. (Suetonio. Vida de Tiberio. 11-12). Tan tajante respuesta puso de manifiesto el rencor de Augusto hacia su exyerno, a quien no había perdonado su abandono ni la desgracia de Julia ya que en su fuero interno lo consideraba responsable de la misma debido a la frialdad con la que siempre trató a su hija. Ni siquiera cedió el Príncipe ante los ruegos de Livia, que desde que Julia marchó hacia Pandataria imploraba por el regreso de su hijo.


Lucio César. Siglo I a.C. Cuenca. Museo

            No obstante, el duro golpe que supuso para Augusto la repentina muerte de Lucio César (acaecida el 2 d.C.) le hizo replantearse la situación de Tiberio y le permitió regresar a Roma como un privado. Este cambio de opinión obedeció en gran parte al temor que le producía el hecho de que la herencia imperial recayeran exclusivamente sobre los frágiles hombros de  Cayo César, aún tan joven e inexperto. Aunque de momento no contaría con Tiberio para ningún trabajo oficial, tener un hombre de su experiencia y valía cerca para caso de emergencia le inspiraba cierta tranquilidad a un emperador que contaba en esas fechas con 64 años (una edad muy avanzada para la época).
           Previamente Tiberio, al conocer el fallecimiento de su hijastro Lucio, había enviado a Augusto una sentida condolencia repleta de elogios hacia el desventurado joven.
            Cuando regresó a Roma, Tiberio se alejó del centro de la vida pública y se trasladó a vivir a la villa que había sido de Mecenas en el Esquilino. Incluso cuando acompañó a su hijo Druso a asumir la toga virilis al templo de Marte Vengador lo hizo con absoluta discreción para no llamar la atención ni irritar al emperador.


Auditorium de Mecenas. Restos de la Villa donde vivió Tiberio. Siglo I a.C.
Fuente: Con licenza CC BY-SA 3.0

             Sólo el amor de Augusto hacia Roma y su inseguridad ante su futuro cuando él no estuviera consiguieron vencer a su orgullo. Una vez más el emperador demostró que para él la eternidad de su ciudad de mármol estaba por encima de todo, incluso de cualquier sentimiento o emoción.

Cayo César

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Cayo César. Siglo I d.C. Roma. Fondazione Sorgente Group

          Nacido en el año 20 a.C. como Cayo Vipsanio Agripa, fue el primogénito de Julia (hija del emperador Augusto) y de Marco Vipsanio Agripa. Cuando en 17 a.C. fue adoptado por su abuelo junto a su hermano recién nacido Lucio, pasó a llamarse Cayo Julio César.


Cayo Cesar en el Ara Pacis Augustae. 13-9 a.C. Roma 2013

Desde ese momento ambos niños se trasladaron a vivir con su abuelo al Palatino donde fueron educados para ser sus herederos, estando expuestos desde la cuna a la vida pública. Con tan sólo 7 años (en 13 a.C.) participó en los juegos troyanos que tuvieron lugar en la ceremonia de inauguración del Teatro Marcelo. En esa ocasión el niño fue recibido con una gran ovación que irritó mucho a Augusto. A ello colaboró Tiberio cediéndole el sitio de honor junto a su abuelo, lo que le supuso una dura reprimenda por parte del emperador que no quería que adularan en exceso a sus nietos.
      Tras la muerte de Agripa y de Druso, Cayo fue participando más activamente en tareas de gobierno junto a Augusto, quien incluso lo llevaba con él en sus viajes para que recibiera adiestramiento militar. En el 7 a.C. presidió junto a su hermano los juegos funerarios en honor de su padre Agripa en los que se inauguró el Diribitorium, obra magna proyectada por el gran general. 


Cayo César niño. Copia de busto en mármol. Museo del Ara Pacis. Roma 2013

En el año 6 a.C. sin ni siquiera ser aún un hombre legalmente ni ser candidato, Cayo fue elegido como cónsul para el año siguiente. Augusto se negó rotundamente a tal nombramiento pues sólo aceptaba elogios para sus hijos adoptivos añadiendo la condición “siempre que se merezcan este honor” (Suetonio. Vida de Augusto. 56.2), algo que en este caso era claramente desmesurado. No obstante, aceptó que Cayo ocupara el cargo en el año 1 d.C., a la edad de 20 años. Por el momento le concedió un sacerdocio, le permitió asistir a las sesiones del Senado y sentarse en los asientos reservados a los senadores en actos públicos.
En 5 a.C., Cayo César asumió la toga virilis, convirtiéndose en un hombre de pleno derecho. Por ello recibió un nombramiento que no tenía precedentes, el de Príncipe de la Juventus que equivalía a ser miembro honorario del orden ecuestre. En el 1 a.C. contrajo matrimonio con Livila (hija de Druso y Antonia Menor y, por tanto, nieta de la emperatriz Livia) de este modo la herencia imperial recalaría tanto en la gens Julia como en la Claudia.
     Ese mismo año fue enviado a Armenia con poderes proconsulares superiores a los de los gobernadores de las provincias orientales para sofocar las complicaciones que habían surgido en ese país, donde tanto Roma como Partia querían imponer un candidato al trono. Augusto buscaba una solución diplomática al conflicto pues no pretendía iniciar una guerra. Al lado de Cayo, partió Cayo Lolio que acumulaba experiencia en asuntos orientales.


Moneda con Augusto y Cayo César. Siglo I a.C.
Fuente: http://www.tesorillo.com/altoimperio/cayo_lucio/cayo_lucio.htm 

Camino de Oriente, Cayo levantó su campamento en la isla de Samos, donde recibió la visita de Tiberio, al que trató con frialdad. Con posterioridad se dirigió hacia el sur para examinar el terreno encabezando algunas escaramuzas que llevaron al rey parto, Fraates V a negociar, pues tampoco deseaba una guerra abierta con Roma.
En 2 d.C. Cayo y Fraates se reunieron intercambiando promesas y banquetes. Los partos reconocieron la influencia romana sobre Armenia mientras que Roma volvió a fijar el Eufrates como límite entre ambos imperios.
No obstante, la felicidad por el éxito de Cayo se vio empañada por las noticias que le llegaron acusando a Cayo Lolio de haber aceptado sobornos de los reyes orientales. El nieto de Augusto destituyó a Lolio y lo alejó de su círculo. Éste se suicidó como vía para salvar sus bienes.


Cayo adulto. Siglo I d.C. Roma. Fondazione Sorgente Group

       La paz con Partia volvió a sufrir un revés al fallecer el rey de Armenia, por lo que tuvo lugar una nueva sublevación. En 3 d.C. durante el asedio de una ciudad, Cayo se acercó imprudentemente a sus murallas para negociar con el gobernador enemigo de la misma. Éste, traicioneramente atacó al joven príncipe con su espada, causándole una profunda herida. El gobernador fue asesinado y la ciudad tomada, pero Cayo César vería perjudicado su ánimo a raíz de una lenta convalecencia pues aunque la herida sanaba, lo hacía con mucha lentitud debilitando su salud, hecho que lo sumió en una depresión profunda. Por este motivo, en el año 4 d.C. escribió una carta a Augusto en la que le anunciaba que quería retirarse de la vida pública y establecerse en algún lugar de Siria. Aún hoy son una incógnita los motivos que propiciaron la decisión de Cayo. Probablemente no se sentía a la altura de las grandes ambiciones que su abuelo había puesto sobre sus hombros, ahora más frágiles sin el apoyo de su hermano Lucio, ya fallecido. Realmente tanto Cayo como Lucio habían vivido desde su  nacimiento muy presionados por  el brillante destino que Augusto había trazado para ellos. Del mismo modo, el emperador siempre los había sobreprotegido por lo que les había dejado poco margen a sobrevivir por ellos mismos.
La carta de Cayo causó una gran amargura en el emperador. Inmediatamente informó al Senado de los deseos de su hijo adoptivo al mismo tiempo que instó al joven a que volviese a Italia para que allí meditase su decisión. Augusto confiaba que en el calor de su hogar, nuevamente bajo su amparo, recapacitara y cambiara de opinión. Cayo dimitió de todos sus cargos y viajó por el Mediterráneo teniendo que desembarcar en Licia (al sur de la actual Turquía) por un agravamiento de su enfermedad. El 21 de febrero de 4 d.C. falleció dejando a Augusto y al Imperio romano en la desolación más absoluta.


Cayo (en primer plano) junto a Lucio, ambos heroizados, flanquean a Augusto, que parece contemplar sus sueños rotos. Siglo I d.C. Corinto. Museo Archeologico

     Un devastado Príncipe descargó su furia sobre los tutores y compañeros de Cayo, pues le habían llegado noticias que durante la enfermedad del joven se habían comportado con arrogancia con él del mismo modo que se encargaron de difundir sus defectos. Dicen que Augusto ordenó que los tirasen a un río con pesos atados al cuello.
Poco más recogen las fuentes sobre la reacción de Augusto ante la muerte de Cayo, que siguió a su hermano sólo dos años después. En esos momentos contaba con 66 años y estaba cansado por la edad y la enfermedad. Debió de ser un golpe del que nunca se recuperaría pues los niños habían estado con él toda su vida. Fe de este dolor es el propio testamento del emperador que comienza diciendo que sólo designaba a Tiberio como heredero “puesto que la cruel fortuna me ha arrebato a mis hijos Cayo y Lucio” (Suetonio. Vida de Tiberio. 23).
El pueblo romano y muchas comunidades del Imperio se unieron a Augusto en el duelo público, siéndoles concedidos a los dos jóvenes los honores más grandes jamás otorgados. Ambos fueron enterrados en el Mausoleo del emperador, que una vez más abría sus puertas para acoger todas las esperanzas de Roma.


La emperatriz Livia. Siglo I d.C. París. Museo del Louvre

       Algunos autores como Tácito vieron la mano negra de Livia en la desaparición de los jóvenes “Una vez que Agripa partió de esta vida, que a Lucio cuando marchaba a los ejércitos de Hispania, y a Cayo que volvía de Armenia gravemente herido se los arrebató una muerte fatalmente prematura o tal vez una maniobra de su madrastra Livia” (Anales. Libro I. 2-3). Estas insinuaciones dieron pie a Robert Graves para crear el personaje de Livia en la novela Yo, Claudio que tanto daño ha causado a la imagen de la emperatriz. Como ya argumenté en mi reseña sobre ella, considero estas acusaciones infundadas pues entre otras cosas ningún otro historiador se hace eco de las mismas. Más bien son el fruto de historiadores misóginos que no aceptaban la independencia y el gran poder ostentado por una mujer.

Razón de Estado

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Augusto (Brian Blessed) contempla con pesar los bustos de Cayo y Lucio ya fallecidos en un fotograma de la serie Yo, Claudio, 1976

A pesar del profundo golpe que le supuso la muerte de Cayo y con ella el hundimiento de sus planes dinásticos, Augusto encontró aún fuerzas para reorganizar la familia y buscar una alternativa satisfactoria que solventara el dilema de la sucesión.
Con el convencimiento claro que no era lo que él hubiera deseado para regir el destino de su amada Roma, buscó la solución que permitiera una mayor continuidad. Y así, el 26 de mayo del 4 d.C. Augusto adoptó a Tiberio, que con 45 años se convirtió en Tiberio Julio César. Ciertamente era el miembro de su familia con más experiencia de gobierno y un competente militar, aunque tuvo que ser difícil para el Príncipe anteponer sus cualidades a la animadversión que sentía hacia su hijastro. De hecho no dudó en afirmar que su decisión obedecía a “razón de Estado” (Suetonio. Vida de Tiberio, 21,3). Por eso, previamente, había obligado al hijo de Livia a adoptar al hijo mayor de su hermano Druso, Germánico (de 19 años), digno heredero de las virtudes de su padre y al que Augusto adoraba tanto como a su malogrado progenitor. Esto lo hizo a pesar de que Tiberio tenía un hijo propio, Druso menor (nacido de su matrimonio con Vipsania). Éste último contraería matrimonio con Livila (la otra hija de su tío Druso y viuda de Cayo César). Augusto, a pesar de la circunstancias, confiaba en que el trono imperial acabara siendo ocupado por su propia descendencia pues al año siguiente casaría a Germánico con su nieta Agripina la Mayor (cuarta hija de Agripa y Julia).


Cayo Julio César Germánico. Siglo I d.C. París. Museo del Louvre

Al mismo tiempo adoptó al hijo pequeño de Agripa y Julia, Agripa Póstumo, para no irritar a la facción Juliana. No sabemos los motivos por lo que Augusto nunca trató a Póstumo del mismo modo que a sus hermanos mayores. Incluso en este momento tan delicado no intentó acelerar su carrera pública. Nada dicen las fuentes sobre la actitud del emperador hacia su nieto menor, que hubiera debido ser el primero en la línea sucesoria tras la muerte de sus hermanos, tan venerados por Augusto desde su nacimiento.


Tiberio César. Siglo I d.C. Copenhage. Gliptoteca

Tiberio recibió la tribunicia potestas por diez años elevándolo a la posición que sólo había gozado Agripa. Igualmente recibió imperium para emprender una campaña militar en Germania, hacía donde partió enseguida. Aunque la estabilidad de la zona seguía siendo importante, hay quien dice que Augusto alejó a Tiberio para evitar de algún modo tener que tratarlo cotidianamente. No obstante, Tiberio visitaba Roma con frecuencia pues según Dión Casio “temía que se aprovechase de su ausencia para mostrar su preferencia por otro” (Historia Romana. 55, 27, 5). A pesar de que las cartas que se conservan de estos años entre Augusto y Tiberio son cordiales, la desconfianza entre ambos era palpable. 

Tiberio en Germania (4-6 d.C.)

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Inmediatamente después de su adopción, Tiberio partió hacia Germania  donde la conquista había quedado parada desde los tiempos de su hermano Druso, pues los generales que le sucedieron no fueron capaces de expandir la influencia romana en la zona. Por otro lado, el flamante hijo del emperador anhelaba recuperar el favor de las tropas después de tantos años de ausencia.

Tiberio con armadura militar. Siglo I d.C. Nápoles. Museo Archeologico Nazionale
Foto de Bill Storage y Laura Maish

Durante los años 4 y 5 d.C. tras varias acciones militares, Tiberio ocupó de manera permanente todos los territorios del área septentrional y central entre los ríos Rin y Elba. Consiguió además devolver bajo dominio romano a los queruscos que se habían independizado en el período precedente.
Junto al legado Cayo Sentio Saturnino, el general decidió seguir avanzando con la intención de superar el río Weser. Al mismo tiempo, organizó una gran ofensiva para someter a los lombardos y a los cimbros (entre otros) que fueron obligados a rendirse al poder de Roma.

Mapa de las conquistas germanas de Tiberio de los años 4-6 d.C.
Di Cristiano64 - Opera propria, CC BY-SA 3.0, $3

El plan era culminar la conquista de la zona meridional venciendo a los temibles marcomanos y así gozar de una frontera segura (desde el Mar del Norte hasta el Mar Negro) para lo que Tiberio había previsto un gran ataque sincronizado en forma de pinza. El ejército del Rin debía avanzar desde el río Meno hasta Nuremberg y el del Ilírico con Tiberio a la cabeza. Sin embargo, cuando ambos ejércitos estaban cerca el uno del otro, el estallido de una revuelta en Dalmacia y Panonia le llevó a firmar precipitadamente un tratado de paz con Marabodo, lider de los marcomanos antes de partir  velozmente hacia Iliria donde permaneció tres años.

Agripa Póstumo

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Agripa Póstumo. Siglo I d.C. París. Museo del Louvre

           Marco Vipsanio Agripa nació en 12 a.C., algunos meses después de que falleciera su ilustre padre del mismo nombre, de ahí que recibiera el cognomen por el que fue coloquialmente conocido: Póstumo. Su abuelo (el emperador Augusto) no quiso adoptarlo (como había hecho con sus hermanos mayores, Cayo y Lucio) en homenaje a su yerno y amigo más leal para que no se perdiera su nombre.
Las circunstancias de la vida de Póstumo son extrañas, pues nunca gozó de las atenciones y honores que desde bien pequeños recibieron sus hermanos varones. Con 10 años debutó al igual que ellos lo hicieron a su edad en los juegos troyanos que tuvieron lugar durante los festejos para la inauguración del Foro de Augusto. Y después, nada más se sabe de él hasta su adopción.


Augusto (Brian Blessed) y Póstumo (John Castle). Fotograma de la serie Yo, Claudio. 1976

Poco dicen las fuentes al respecto, aunque algunos historiadores romanos lo definen como grosero y violento. Tácito dice de él que era “un muchacho carente, desde luego, de cualquier clase de aptitudes y de una fortaleza física que le producía un orgullo estúpido pero inocente de cualquier infamia” (Anales. I, 3, 4-5). Su carácter era colérico, pero no sabemos si era fruto de una enfermedad mental. Lo que si es cierto es que Augusto lo tenía apartado de la alta política. Incluso retrasó la ceremonia en la que Póstumo asumió la toga virilis, por lo que no se convirtió en hombre legalmente hasta los 17 años. El emperador no le nombró Príncipe de la Juventud ni le concedió ningún privilegio, siendo muy significativo que la muerte de sus hermanos no lo situara en el primer puesto en la línea de sucesión, pues fue adoptado por Augusto sólo a la vez que su antiguo padrastro, Tiberio. Quizás Augusto presentía su muerte cercana y no quería ligar la suerte del Imperio a un joven inexperto cuya integridad no estaba fuera de toda duda. Sin embargo, sorprende la frialdad de Augusto hacia Póstumo ya que el emperador tenía la suficiente paciencia para ser uno de los únicos miembros de la familia imperial capaz de conmoverse ante la desdicha del joven nieto de Livia, Claudio, e intentar facilitarle su integración en la familia divina. Extraña por tanto la insensibilidad hacia su propio nieto.


Isla de Planasia (actual Pianosa) en la Toscana

Misteriosos también son los motivos que llevaron a Augusto en el año 6 o 7 d.C. a desterrarlo a la diminuta isla de Planasia mantenido bajo una estrecha vigilancia. La versión novelada de Robert Graves en Yo, Claudio hace referencia a un complot urdido por Livia que implicaba a Póstumo en una violación, con la finalidad de acabar así con el último obstáculo de Tiberio en la sucesión, “En efectos, Livia se había impuesto de tal manera al ya decrépito Augusto, que éste relegó a la isla de Planasia  a su único nieto, Póstumo Agripa. En cambio a Germánico, hijo de Druso, lo puso al frente de ocho legiones junto al Rin” (Tácito. Anales. I, 3, 4-6). Esta teoría está en consonancia con la línea de desprestigio hacia la emperatriz iniciada por Tácito y carece totalmente de fundamento pues en la antigua Roma la adopción otorgaba al hijo adoptado los mismos derechos jurídicos que a aquellos naturales y así Tiberio, por edad, era legalmente el heredero de Augusto.
Igualmente improbable es la historia tramada por Tácito que habla de un posterior arrepentimiento de Augusto que habría visitado a Póstumo en Planasia para pedirle perdón y restituirle su posición. De la misma vuelve a hacerse nuevamente eco Robert Graves. Ambos cuentan que los planes del emperador quedaron interrumpidos a causa de su muerte acaecida en 14 d.C.: “Se había esparcido el rumor de que pocos meses antes de morir, Augusto se había hecho llevar hasta Planasia a visitar a Póstumo, y que allí había habido por ambas partes muchas lágrimas y señales de cariño, de donde parecía surgir la esperanza de que el muchacho fuera devuelto al hogar de su abuelo” (Anales. I, 5, 1). Yo por mi parte pienso que no hay ningún indicio real para creer que Augusto (que se mostró tan inflexible ante las súplicas del pueblo romano cuando le imploraba un indulto para su hija Julia) hubiera cambiado de opinión con respecto a su nieto, pues para tomar la determinación de desterrarlo, muy grave debió ser el delito que cometió ante sus ojos.


Un desolado Augusto pide perdón a su nieto en Planasia. Fotograma de la serie Yo, Claudio. 1976

Póstumo sobrevivió a Augusto sólo unos días pues en los momentos de confusión que se produjeron a la muerte del emperador, un centurión de la guardia pretoriana viajó hacia Planasia con la misión de asesinarlo, probablemente ordenada por Tiberio, aunque éste lo negó tajantemente. Las fuentes apuntan a que quizás fuera Livia quien diera la orden a sus espaldas para evitar conflictos entre las facciones Julia y Claudia y que nada pusiera en duda la legitimidad de Tiberio. E incluso hay quien sugiere que lo había dejado escrito el propio Augusto, algo que descarto totalmente pues jamás ordenó la muerte de nadie de su familia y si quería hacerlo no tenía ningún motivo para no haberlo ejecutado en vida. La opción que me parece más plausible es la primera pues Tiberio albergaba un odio atroz hacia  su ex esposa Julia y sus descendientes.
Ya muerto Póstumo, aún hubo lugar para una historia más que envolviera en tinieblas la breve y dramática vida del joven. Cuenta Tácito que tenía el nieto de Augusto un esclavo llamado Clemente que se parecía a él mucho físicamente y que tras su fallecimiento se hizo pasar por él haciendo creer a todos que el que había muerto era el esclavo. Tiberio mandó apresarlo y que lo llevaran a su presencia. Mítico el diálogo entre ambos que plasma Tácito: “¿cómo has tenido el atrevimiento para fingirte Agripa?, le preguntó enfurecido el nuevo emperador. El supuesto Póstumo le respondió con altanería “el mismo que tú para ser César”. Tiberio mandó asesinarlo cruelmente dando rienda suelta al resentimiento que había ido acumulando durante años de sentirse menospreciado.


Busto de Tiberio. Siglo I d.C. Roma. Museos Vaticanos
Fotografía de Bill Storage y Laura Maish

    “Aquel mismo año la osadía de un solo hombre, y además esclavo, estuvo a punto de afligir a la república con guerras civiles, si no fuera porque se acudió a tiempo. Un siervo de Agripa Póstumo llamado Clemente, al saber el final de Augusto concibió el plan de llegarse a la isla de Planasia y, tras apoderarse por la fuerza o con engaño de Agripa, llevárselo a los ejércitos de Germania. Impidió su intento la lentitud de la nave de carga en la que se embarcó; y como entretanto ya se había perpetrado el asesinato de Agripa, decidiéndose por un plan más grande y descabellado, robó sus cenizas y se dirigió a Cosa, promontorio de Etruria, donde se escondió en un lugar ignorado hasta que le crecieron el pelo y la barba, pues en edad y aspecto físico no era muy distinto a su señor. Entonces, por medio de colaboradores, cómplices de su secreto, difunde el bulo de que Agripa está vivo [….]. El rumor de que por gracia de los dioses Agripa se había salvado se extendió rápido por Italia dándosele credibilidad en la misma Roma [….]. (Tiberio) encargó prenderle y que lo llevaran ante su presencia. Cuando le preguntó cómo se había convertido en Agripa, se cuenta que le respondió: “del mismo modo que tú te convertiste en César” (Tácito. Anales. II, 40).

Las ciudades de Augusto en Hispania

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La obra de municipalización de Hispania llevada a cabo por Augusto fue continuadora de la de su padre adoptivo, Julio César. Se pueden contabilizar hasta 30 ciudades que recibieron privilegios durante el Principado de Augusto. Muchas de ellas fueron conquistadas por Roma en épocas anteriores pero fueron sometidas ahora a una profunda renovación de sus estructuras urbanas.
Al mismo tiempo, Augusto articuló el conjunto del territorio hispano a través de una red de calzadas uniendo las principales ciudades.
A todo este programa contribuyó la culminación de la conquista romana de la Península Ibéricaque se consiguió con el sometimiento de cántabros y astures, de ahí que se crearan algunos nuevos núcleos urbanos con una finalidad precisa de protección de las fronteras o asentamientos de veteranos.
De éstos, los que han conservado una mayor legado augusteo son Mérida, Zaragoza, Tarragona y Cartagena a las que he dedicado amplias reseñas. Ahora intentaré hacer un esbozo de otros que también fueron muy importantes aunque han corrido peor fortuna en cuanto a conservación de su patrimonio.

  • Calatayud (Augusta Bibilis)

Reconstrucción ideal de Augusta Bibilis

            Ciudad de origen Celtibero fue transformada en municipio en tiempos de Augusto el cual incluyo a Bibilis en el convento jurídico de Caesaraugusta (Zaragoza) alcanzando un alto grado de romanización.
            Se localiza sobre un elevado promontorio en una posición estratégica desde la que se  controlaba el cruce de caminos que comunicaba el valle del Ebro y la costa levantina con la Meseta. Prontoalcanzó una gran prosperidad debido a la fertilidad de su terreno y a la calidad de sus talleres artesanales que trabajaban el hierro, la cerámica y las pieles.



            La ciudad se extendía de una manera muy original con un urbanismo escalonado a base de terrazas en las que se asentaban los principales edificios. Los desniveles se salvaban a través de escalinatas y suaves rampas. A pesar de no necesitar murallas debido a sus características topográficas, se le dotó de ellas para una mejor delimitación.
El Foro se ubicaba en la zona más alta de la urbe. Constaba de una plaza porticada dominada por un gran templo y una basílica. Aunque su construcción se inició en tiempos de Augusto fue inaugurado siendo emperador Tiberio.


Restos de la ciudad de Augusta Bibilis. Archivo fotográfico del gobierno de Aragón

            El templo, siguiendo el esquema romano, se elevaba sobre un alto podio en el que se abría la monumental escalera frontal de acceso. Aunque apenas quedan vestigios de él sabemos que era corintio, períptero y héxástilo.
            Desde el Foro una red de calles empedradas y aceradas de diferentes anchuras conducían a barrios residenciales con viviendas de diversas tipologías.
            En las inmediaciones del Foro se alzaba el edificio favorito de Augusto y Agripa en sus ciudades: el teatro. Datado en el siglo I a.C., tenía un aforo aproximado para 4.500 espectadores. Los restos arqueológicos revelan que constaba de las partes típicas del teatro romano.


Teatro de Bibilis. Archivo fotográfico del gobierno de Aragón

            La cavea (graderío) se apoyaba al modo griego sobre la pendiente de una ladera natural. Ésta estaba coronada por un templete por el que se podía acceder al teatro.
            La escena debió ser la parte más hermosa del edificio pero han quedado escasos restos que lo corroboren.
En el año 2009 se encontró bajo su suelo un retrato de Augusto velado que vuelve a poner de manifiesto la gran difusión que tuvo este modelo de representación del emperador. En España han aparecido tres más: en Mérida, en Tarragona y en Pollentia (Mallorca).


Cabeza de Augusto Velado encontrada en Bibilis. Siglo I d.C. Calatayud. Museo 

            Termas y viviendas variadas se han encontrado también en Bibilis aunque son de época posterior.

  •  Astorga (Asturica Augusta)

Reconstrucción de Asturica Augusta

Tras la finalización de las guerras cántabras Augusto llevó a cabo una reforma del ejército encargándole la protección de las fronteras con la finalidad de afianzar su poder en Hispania. La actual Astorga (León) fue fundada en el 14 a.C. con esa finalidad, estando sus orígenes en un campamento militar donde se asentó la Legio XGemina.
Durante principios del siglo I se transformó en núcleo urbano como demuestran los vestigios arqueológicos. Por su posición estratégica (se situaba en lo alto de un cerro desde donde se dominaba un amplio territorio) adquirió un gran desarrollo en los siglos venideros debido a que tenía el control de los yacimientos de oro del noroeste peninsular. Al mismo tiempo se convirtió en un importante nudo de comunicaciones pues algunas de las más importantes vías hispanas pasaban por Asturica Augusta conectándola con las más relevantes ciudades de la península. Esta evolución se produjo ya en tiempos de Tiberio.


Restos del Foro de Asturica Augusta

            Sus ruinas se encuentran bajo la ciudad actual y revelan que la ciudad contó con los edificios característicos de las ciudades romanas: un Foro con sus templos, una muralla, etc. Su importancia fue tal que acabó siendo la capital del Convento Asturicense.
            El Foro se situaba en uno de los lugares de mayor elevación del cerro. Tenía una superficie de 30.000 m2y forma cuadrangular. Sus límites lo definían un pórtico jalonado por exedras, tanto semicirculares como cuadrangulares. Entre las mismas destaca una entrada in antis y ábside semicircular con pavimento de mármol. Esta estructura se ha reconocido como un edificio dedicado al culto imperial, el Aedes Augusti. Al sur se identificaron algunos inmuebles dedicados al comercio. Por su parte el edificio conocido como Ergástulaera una cosntrucción semi-subterránea que serviría de base a un pórtico en forma de U que rodearía probablemente un templo.


Reconstrucción del Foro


Edificio conocido como Ergastula

Reconstrucción del Aedes Augusti

            La ciudad contaba también con dos termas y un sistema de alcantarillado en excelente estado de conservación, tanto que algunos tramos siguen utilizándose para el saneamiento de la ciudad actual.
            Aunque no se tiene constancia seguramente Asturica Augusta contó con edificios destinados a los espectáculos públicos  como teatro y anfiteatro y con sistemas de canalización del agua como acueductos.

  • Lugo (Lucus Augusti)

Reconstrucción de Lucus Augusti

Lucus Augusti fue fundada en nombre de Augusto por Paulo Fabio Máximo como un campamento militar alrededor del 25 a.C. Posteriormente se convirtió en un relevante núcleo urbano donde se asentó fuertemente la cultura y modo de vida romanos, como revelan sus vestigios arqueológicos.


Monumento a los Fundadores. Lugo

En el siglo III se convirtió en la capital del convento lucense. Su muralla, el principal monumento romano de la ciudad, es de esta época. Es la única muralla romana en el mundo que conserva su perímetro original. Con una longitud de más de 2 kilómetros fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en noviembre del año 2000.


Murallas de Lugo

  • Córdoba (Corduba) 

No es una fundación propiamente augusteapues su origen romano se remonta a 206 a.C., tras la batalla de Ilipa (durante la Segunda Guerra Púnica), sin embargo el Príncipe refundó de nuevo la ciudad, a la que concedió una deductio en 25 a.C., alcanzando a partir de ese momento una gran expansión.
            Aunque se sabe que la ciudad creció hacia el río, quedan escasos restos de la Cordubade Augusto, quien construyó algunos de los principales edificios de la misma, es decir, el Foro colonial, un teatro y un acueducto.
El Aqua Augusta era uno de los tres acueductos que suministraban agua a la Corduba romana, traída principalmente de la zona de Santa María de Trassierra. Tenía una longitud de 18,6 kilómetrosdiscurriendo en subterráneo casi en su totalidad.


Restos del Aqua Augustae

            El puente sobre el Guadalquivir uno de los emblemas de Córdoba fue construido a principios del siglo I d.C tiene 331 metros y está compuesto por 16 arcos (originariamente eran 17) de los que sólo se conservan 2 de época romana. Fue un de los más importantes medios de entrada a la ciudad desde la zona sur de la Península Ibérica por ser el único punto para cruzar el río sin usar ningún tipo de embarcación.


Puente romano

         Ha sufrido múltiples restauraciones a lo largo de los siglos siendo las más importantes en época califal.
Por su parte el teatro es uno de los monumentos mejor conservados de Corduba,  a pesar de los escasos vestigios que quedan de él. Se data a finales del siglo I a.C.


Restos del teatro romano de Córdoba


     Fue descubierto en 1994 y se ha podido recrear la casi totalidad de su graderío, sin embargo, apenas se conocen datos de su frons scaenae, generalmente la zona que acumula más riqueza decorativa.
Edificado en la cota más alta de la ciudad con la finalidad de aprovechar una pendiente  para ubicar la cavea que tiene un diámetro de 125 metros (sólo 6 menos que la del teatro Marcelo de Roma, al que según las evidencias arqueológicas debió asemejarse mucho) lo que lo convierten en el mayor teatro hallado hasta ahora en Hispania. Tenía una capacidad para 15.000 espectadores.
Parte de su estructura se encuentra bajo el Museo Arqueológico de Córdoba.

  • Barcelona (Barcino)

            Su fundación está ligada a la reestructuración del sistema viario y la construcción del ramal costero de la Vía Augusta. Conocida como Colonia Faventa Iulia Augusta Pia Barcino se ubicaba en una pequeña elevación junto al mar. Tenía planta rectangular y estaba cercada por murallas de 2 metros de grosor. El cardo massimo se trazo paralelo a la costa mientras que el Decumano Massimo era la vía de penetración hacia el interior de la ciudad.


Reconstrucción del templo de Augusto

            Se han conservado parte de las columnas del templo dedicado a Augusto datado a principios del siglo I d.C. De orden corintio, tenía planta rectangular, siendo nuevamente períptero y hexástilo. 


Columnas del templo de Augusto

Julia la Menor

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Julia Menor niña en un fragmento del Ara Pacis Augustae. 13-9 a.C. París. Museo del Louvre

        Vipsania Julia Agripina, conocida como Julia la Menor, fue la nieta mayor de Augusto. Segunda hija de Agripa y Julia, nació en 19 a.C., un año después que su hermano Cayo.
Recibió una educación austera y rígida como el resto de las mujeres de la familia imperial destinada a convertirla en una virtuosa matrona a la antigua usanza romana. Con esa finalidad Julia tuvo que aprender a trabajar la lana, e igual que ocurría con su madre y con su hermana Agripina, se registraba a diario todo lo que hacía o decía.
Se casó con Lucio Emilio Paulo, primo suyo por parte de padre (éste era hermanastro de Julia la mayor al ser ambos hijos de Escribonia). Emilio Paulo fue cónsul en el año I d.C. Del matrimonio nacieron dos hijos. 
Sin embargo, Julia, quizás por rebeldía ante lo ocurrido a su madre y hermanos, al igual que aquella se resistió a seguir el camino de moralidad y virtud marcado por su abuelo. Así, era asidua a fiestas donde cultivaba amistades poco recomendables a ojos del emperador. Como a su progenitora a la joven Julia le placía el lujo y la ostentación, por lo que no dudó en hacerse construir villas tan suntuosas que escandalizaron tanto Augusto que las mandó derribar: “(Augusto) detestaba las casas de campo grandes y suntuosas, e incluso hizo demoler hasta sus cimientos las que su nieta Julia había levantado con grandes gastos”· (Suetonio. Vida de Augusto. 72.3)
El descubrimiento de la relación ilícita que Julia mantenía con Décimo Junio Silano, uno de sus amantes más conocidos, conllevó que en 8 d.C., fuera desterrada a la pequeña isla de piedra caliza de Trimero. No sabemos por qué pero los gastos de la joven fueron pagados por Livia. Allí tuvo un hijo al que Augusto se negó a reconocer como legítimo. Décimo Junio Silano también fue obligado a partir al exilio.


Isla Trimero

      No obstante queda la duda si detrás de estos delitos no había también una conspiración para acabar con la vida del Príncipe en la que estaría implicado el marido de Julia. Éste fue condenado a muerte ese mismo año. O la conjura provocó el destierro de Julia o ésta fue una muestra de insurrección contra el mismo.
Colateralmente el asunto de Julia tuvo como consecuencia el destierro del poeta Ovidio a Tomi, sin saber a ciencia cierta los motivos. Puede ser que como amigo de Silano hubiera favorecido los encuentros clandestinos de los amantes que quizás hayan sido descubiertos en la propia casa del poeta, o también se sospecha que él mismo fuera amante de la nieta del emperador. Lo cierto es que Augusto no permitió nunca a Ovidio volver del destierro a pesar de sus súplicas.


Ovidio

        El Príncipe no podía ocultar su amargura por el devenir de su descendencia por lo que cuando alguien le nombraba a Póstumo o a las dos Julia citaba los versos que Homero puso en boca de Héctor: ¡Ojalá no me hubiera casado y hubiera muerto sin descendencia! (Ilíada, 3, 40). Igualmente se refería a ellos como “mis tres forúnculos” y “mis tres llagas abiertas” (Suetonio. Vida de Augusto. 65,4).
Sólo nombró a Julia en el testamento para impedir que la enterraran junto a él, al igual que a su madre Julia.
Julia la menor sobrevivió al emperador 15 años, muriendo en el 29 d.C. a la edad de 48 años, tras pasar 21 en el exilio.

Ovidio o el poder del Ars Amandi

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Ovidio


            Publio Ovidio Nasón nació en Sulmona (a 150 Kilómetros de Roma) el 20 de marzo del año 43 a.C. en el seno de una familia modesta, pero de gran abolengo dentro del orden ecuestre.
Aún niño se trasladó a Roma para realizar sus estudios, que después perfeccionó en Grecia. El mismo año que Octavio fue proclamado Augusto (en el 27 a.C.), Ovidio vistió la toga virilis. Pronto abandonó el cursus honorum para dedicarse por completo a la poesía.
Se relacionó entonces con el círculo literario de Mesala Corvino donde conoció a Horacio, Virgilio y Propercio. Gracias a éste último se acercó a la obra de Catulo y Tíbulo, que trajeron a Roma la influencia del helenismo. Ovidio se convirtió así en el poeta del amor, o sea de elegías destinadas a una o varias mujeres. En el caso de Ovidio su musa es una misteriosa mujer llamada Corina, no sabemos si real o fingida. En esa línea en el año 15 a.C. publica Amores, obra que lo encumbró como principal poeta mundano de Roma.
Tres años más tarde, Ovidio escribió su propia versión de Medea, a la que siguió Heroides, elegías combinadas con epístolas. No obstante, la obra que lo catapultó a la fama y que reafirmó su prestigio como poeta del amor fue el Ars Amandis o Arte de Amarescrita entre los años 2 a.C. y 2 d.C. La obra se divide en tres libros en los que ofrece una serie de consejos sobre relaciones amorosas:
  • Libro I.-“Sobre cómo y dónde conseguir el amor de una mujer”. Al igual que el libro II va dirigido a los hombres.
  • Libro II.-“Sobre cómo mantener el amor ya conseguido”.
  • Libro III.-“Consejos para que las mujeres puedan seducir a un varón”. Este libro va dedicado a las mujeres.
            Aunque de contenido didáctico, el espíritu y la forma del libro es el de la elegía mientras que el metro usado es el díptico elegíaco.
La obra, que cantaba el adulterio y la picardía de las prostitutas, tuvo un éxito inmenso a pesar de que las enseñanzas iban en contra de la política oficial encaminada a recuperar las antiguas virtudes romanas por lo que provocó recelos en Augusto y en el sector más conservador de la sociedad.


Escena erótica del prostíbulo. Pompeya 2011

            Para aplacar un poco los ánimos a finales del 2 a.C. Ovidio publicó Remedios de Amor en los que se enseñaba a protegerse de los amores desgraciados o viciosos.
            Después se centró más en temas de carácter mitológico dando lugar a su otra obra maestra, Metamorfosis. Al mismo tiempo y para congratularse en parte con el emperador publicó los Fastos en los que plasma magistralmente aspectos diversos del calendario romano.
            Ovidio se casó tres veces, siendo sólo duradero su tercer matrimonio. Al poeta le gustaba la vida placentera y la asistencia a fiestas donde se codeaba con las clases altas. En este mundillo es donde probablemente conoció a Julia, la nieta de Augusto. Ésta fue desterrada a las Islas Trimero por su comportamiento adultero en el año 8 d.C. A los pocos meses Ovidio fue también enviado al exilio en Isla de Tomi (en la actual Rumanía). Aún hoy se desconocen las causas de tal castigo. El poeta en sus versos señala que le perdieron un poema y un error o imprudencia.
A pesar de que la poesía de Ovidio no era del gusto del emperador, Augusto no prohibió que se difundiera el Ars Amandis. Ello, unido a que en los últimos tiempos Ovidio había cambiado el tono de su lírica, hacen probable que el motivo del destierro no fuera la producción del poeta. De alguna manera y por las fechas, el exilio parece estar relacionado con Julia Menor, de la que se ha especulado que incluso pudiera ser la misteriosa Corina, musa del autor o que quizás éste facilitó la relación adúltera de Julia con Silano.
Muchas conjeturas se han hecho al respecto, sin embargo, considero que lo único suficientemente grave para llevar a Augusto a tomar tal decisión puede ser que el propio Ovidio hubiera sido amante de su nieta o que estuviera implicado de alguna forma en la conjura que se desveló meses después. También hay quien especula que el poeta hubiera descubierto a Augusto o a Livia en algún desliz, lo que no parece muy probable pues Ovidio no era bienvenido en  los círculos del Príncipe.


Monumento a Ovidio en Sulmona (Italia)

            Lo cierto es que Ovidio marchó al exilio para nunca más volver, a pesar de sus súplicas de perdón que no fueron escuchadas ni por Augusto ni por Tiberio años después, quien no tuvo problemas en perdonar a Silano, el amante declarado de Julia Menor. Esto refuerza la teoría que el motivo del destierro de Ovidio era seguramente de índole político. Quizás se enteró de la conspiración en alguna fiesta y no lo puso en conocimiento de Augusto. Mientras que alguien sí informó al emperador señalando a los presentes en aquel evento. En este sentido parecen girar los versos del autor escritos en Tomi: “¿Por qué vi lo que vi? ¿Por qué son culpables mis ojos? ¿Por qué me enteré sin querer de un delito? Acteón no tuvo intención de ver a Diana desnuda, pero fue despedazado por sus propios perros”  (Ovidio. Tristia. 2, 103-106).
            En su doloroso destierro el poeta continuó escribiendo movido por la nostalgia. Tristia y Epístolas ex Pontoson dos elegías de esta época, dominadas por un hondo sentimiento, en las que desea proclamar la injusticia por el duro castigo al mismo tiempo que implora a sus amigos que aboguen por él. “Nunca intenté provocar la perdición universal amenazando la cabeza del César, el líder del mundo; no dije nada, mi lengua nunca pronunció palabra de violencia. No se me escaparon irreverencias sediciosas entre copa y copa” (Tristia. 3,5, 45-48).
Murió en 17 d.C. a la edad de 60 años amargado por no poder volver a Italia.
A pesar de su desgracia, la influencia de Ovidio fue inmensa desde el principioy se ha mantenido durante todas la épocas: desde los poetas latinos de época carolingia a los poetas franceses de los siglos XIII y XIV, y muy especialmente en el Renacimiento con el Humanismo. En esos años Metamorfosis inspiró entre otras el famoso soneto XIII de Garcilaso de la Vega, instante que ya en el Barroco fue plasmado magistralmente por al gran Gian Lorenzo Bernini en su obra maestra, Apolo y Dafne. Su fama ha perdurado hasta nuestros días.


Apolo y Dafne. Gian Lorenzo Bernini. Roma. 1625. Galería Borghese


         "[...] Muchos la pretendían (a Dafne), pero ella, alejando a sus pretendientes, no pudiendo soportar el yugo del hombre y, libre, recorre los bosques sin camino y no se preocupa del himeneo, ni del amor, ni del matrimonio. [...] Pero los encantos que posee son un obstáculo para lo que anhela y su hermosura se opondrá a su deseo. Apolo ama y luego de ver a Dafne desea ardientemente unirse a ella [...].
      La hija del Peneo, con tímida carrera, huyó de él cuando se dirigía a ella y le dejó con palabras incacabadas, siempre bella a sus ojos; los vientos desvelaban sus carnes, sus soplos, llegando sobre ella en sentido contrario, agitaba sus vestidos y la ligera brisa echaba hacia atrás sus cabellos levantados; su huida realzaba más su belleza. Pero el joven dios no puede soportar perder ya más tiempo con dulces palabras y, como el mismo amor le incitaba, sigue sus pasos con redoblada rapidez [...]. Y como persigue, ayudado por las alas del amor, es más veloz y no necesita descanso; ya se inclina sobre la espalda de la fugitiva y lanza su aliento sobre la cabellera esparcida sobre la nuca. Ella, perdidas las fuerzas, palidece y, vencida por la fatiga de tan vertiginosa fuga, contemplando las aguas del Peneo, dijo: "Auxíliame padre mío, si los ríos tenéis poder divino; transfórmame y haz que yo pierda la figura por la que he agradado excesivamente". 
   Apenas terminada la súplica, una pesada torpeza se apodera de sus miembros, sus delicados senos se ciñen con tierna corteza, sus cabellos se alargan y se transforman en follaje y sus brazos en ramas; los pies, antes tan rápidos, se adhieren al suelo con raíces hondas y su rostro es rematado por la copa; solamente permanece en ella el brillo. Apolo también así la ama y apoyada su diestra en el tronco, todavía siente que su corazón palpita bajo la corteza nueva y, estrechando con las manos las ramas que reemplazan a sus miembros da besos a la madera; sin embargo, la madera rehúsa sus besos. Y el dios le dijo: "ya que no puedes ser mi esposa, serás en verdad mi árbol; siempre mi cabellera, mis cítaras y  mi carcaj se adornarán contigo. ¡Oh, laurel!, tú acompañarás a los capitanes del Lacio cuando los alegres cantos celebren el triunfo y el Capitolio vea los largos cortejos. Como fidelísima guardiana, tú misma te encontrarás antes las puertas del Augusto y protegerás  la corona de encina situada en el centro; así como mi cabeza, cuyos cabellos jamás han sido cortados, permanece joven, de la misma manera la tuya conservará siempre su follaje inalterable". (Ovidio. Metamórfosis. Libro I).

Rebelión en Panonia 6-10 d.C.

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Tiberio con armadura militar. Siglo I d.C. Nápoles. Museo Archeologico Nazionale
Fotografía de Bill Storage y Laura Maish
En el año 6 d.C., Panonia volvió a levantarse en armas contra Roma a causa de los abusos de los gobernadores de sus provincias. La insurrección tuvo su origen en la zona sudoriental del Ilírico. Tiberio se desplazó hacia allí desde Germania para intentar pacificar la región lo antes posible.
Sin embargo, con la amenaza de otras rebeliones en varias partes del Imperio el reclutamiento de tropas fue complicado, por lo que Augusto tuvo que volver a imponer el servicio militar obligatorio y grabar a la población con nuevos impuestos para poder hacer frente a tal situación de emergencia.
Tiberio envió una avanzadilla con sus lugartenientes para que bloquearan los caminos en caso de que el enemigo decidiera marchar en dirección a Italia, algo que era realmente improbable. El hijo de Livia llegó al centro de los acontecimientos a final del año, cuando gran parte del territorio estaba en manos de los rebeldes.
      Era la guerra más importante desde Accio y en ella se luchó con mucha dureza. Se corría el riesgo de perder una provincia por lo que se reunió un ejército enorme formado por 10 legiones, 70 cohortes auxiliares, 14 alas de caballería auxiliar, 10.000 veteranos así como aliados como el rey de Tracia. En total eran unos 100.000 hombres.

Germánico. siglo I d.C. Museo de las Termas. Roma 2013

 Augusto, inquieto, como temía que Tiberio se demorase en la resolución del conflicto, en el año 7 envió a Germánico, el hijo de Druso el Mayor, algo que no sentó bien a su ahora hijo adoptivo, comenzando así su animadversión hacia su joven sobrino. El mismo emperado, aunque acababa de cumplir 70 años se desplazó hasta Ariminum (actual Rímini) en la frontera con Iliria para seguir de cerca las acciones militares. Tiberio entretanto reconstruía las fronteras infringiendo numerosas derrotas a los enemigos de Roma, restableciendo la hegemonía de la zona y consolidando lo reconquistado mediante la construcción de algunos fuertes.
En el año 8, pasado el invierno, Tiberio retomó las maniobras militares y derrotó en agosto a un nuevo ejército panonio. Del mismo modo, ya en el 9 continuó la campaña subdividiendo el ejército en tres columnas, poniéndose junto con Germánico al frente de una de ellas. Capturados los últimos líderes rebeldes se puso fin al conflicto 4 años después de haberse iniciado
A Tiberio, que una vez más demostró ser un extraordinario general se le concedió un triunfo mientras que a Germánico le correspondieron ornamentos triunfales.

Pula (Iulia Pola)

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Vista de Pula

         Situada en la Península de Istria (en el extremo noroccidental de Croacia), Pola fue una ciudad floreciente dotada de prestigiosas estructuras urbanas entre las que destacan un amplio foro, un arco triunfal, un teatro, un anfiteatro y varios templos.
La ciudad se unió a los asesinos de César en la lucha contra los triunviros, por lo que tras ser aquellos derrotados en Filipos, el entonces Octavio ordenó destruirla hasta sus cimientos. Años después, siendo ya Augusto, la reconstruyó más grande y monumental como Colonia Pietas Iulia Pola Pollentia Herculanea. A su Principado pertenecen la mayoría de los edificios de la ciudad.

  • Anfiteatro



Se empezó a construir en 27 a.C. siendo posteriormente ampliado por Vespasiano en 79 d.C, al mismo tiempo que en Roma comenzaban las obras del Coliseo, de ahí el gran parecido entre ambos.
Es enorme. Tiene tres pisos en un lado (el que da al mar) y dos en el otro. En su exterior se alzan 4 filas de torres que extienden unos metros más las arcadas del edificio; debieron servir para canalizar hacia fuera el agua de la lluvia pero quizás también como sostenes de algún tipo de toldo que protegiera al público del sol.



En excelente estado de conservación, hoy es la sede del Festival de Cine de la ciudad y del Festival de Verano.

  • Arco de los Sergios



Fueconstruido por esa familia local durante los años 29-27 a.C. en conmemoración del triunfo en la batalla de Accio donde participó algún miembro de esa familia.
Originariamente era una puerta de acceso a la ciudad. De pequeñas dimensiones tiene un solo vano flanqueado por parejas de columnas corintias. La decoración se completa con bajos relieves y victorias aladas.


Fuente: Por Orlovic - Obra do próprio, Domínio público,

Inspiró a muchos artistas, entre ellos a Miguel Ángel.

  • El templo de Roma y Augusto



Datado en entre el año 2 a.C. y el 14 d.C., al haberse consagrado en vida del emperador (aún no deificado) se le dedicó junto a la diosa Roma.
Reúne las características típicas del templo romano. Es tetráctilo y se eleva sobre un alto podio con columnas corintias. Su friso, ricamente decorado, es similar al de la Maison Carrée de Nimes.
Este templo fue estudiado por Andrea Palladio en el siglo XVI.

Teutoburgo

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“Cuando recibió la noticia de esta derrota, Augusto fijó guardias por toda la ciudad, para prevenir cualquier tumulto, y prolongó su mandato a los gobernadores de las provincias para que pudieran contener a los aliados al ser personas expertas en el trato con ellos. Hizo también voto a Júpiter Óptimo Máximo de unos grandes juegos si la situación política cambiaba para mejor, como se había hecho en la guerra de los cimbros y en la de los marsos. Cuentan, por último, que quedó tan consternado que durante varios meses se dejó crecer la barba y los cabellos; que se golpeaba a veces la cabeza contra las puertas gritando: “Quintilio Varo, devuélveme mis legiones!”, y que consideró cada año el día de la derrota como día de dolor y de luto”.
Suetonio. Vida de Augusto. Libro II, 23, 1-2

Augusto. Siglo I a.C. París. Museo del Louvre. Foto de Bill Storage y Laura Maish

           Poco duró la alegría en la familia imperial pues sólo 5 días después de la finalización de la revuelta Ilírica, en otoño del año 9 d.C., los ejércitos romanos asentados en Germania fueron duramente masacrados en la batalla del bosque de Teutoburgo y que sería la mayor derrota sufrida por Augusto durante su Principado. 
                En aquellos años, era gobernador de Germania Publio Quintilio Varo, casado con una sobrina nieta de Augusto. Aunque no era un brillante general había prestado buenos servicios en Siria donde había sofocado una rebelión judía. Su política era romanizar lo antes posible Germania y a la fuerza en caso necesario. Ese fue su gran error. "Los soldados romanos se encontraban en Germania invernando y fundando ciudades, mientras los bárbaros se adaptaban al nuevo tipo de vida, frecuentaban las plazas y se reunían pacíficamente [...] sin haber olvidado sus antiguas costumbres [...] iban progresivamente perdiéndolas [...], pero cuando Varo asumió el mando del ejército que se encontraba en Germania [...] los forzó a adecuarse a un cambio demasiado violento, imponiendo sus órdenes como si se dirigiese a esclavos y obligándolos a unos impuestos exagerados [...]. Los germanos no toleraron esta situación, por lo que sus líderes comenzaron a restablecer el antiguo y tradicional estado de cosas, mientras sus pueblos preferían los precedentes ordenamientos antes que el dominio de un pueblo extranjero. Pero aún no se rebelaron abiertamente".(Dión Casio. Historia Romana. LVI, 18).


Mapa de la Germania romana
Fuente: De Cristiano64 - Trabajo propio, CC BY-SA 3.0, 

            A esto se unía la incompetencia de Varo para entender la psicología del pueblo cuyo control se le había encomendado "[...] Varo creía que los germanos podían ser civilizados con el derecho y las leyes, aquel pueblo que no se había podido domar con las armas. Con esta convicción llegó a Germania donde esperaba encontrar hombres que gozaban de la serenidad de la paz y se pasaba el período estivo impartiendo justicia [...] delante de su tribunal [...] pero los germanos, muy astutos en su extrema ferocidad fingiendo haberse romanizado indugeron a Varo a una total desatención de los problemas reales. Varo pensaba que era un Pretor urbano impartiendo justicia en el Foro romano en lugar del comandante en jefe de un ejército en Germania". (Veleyo Paterculo. Historia Romana. II, 117).


Busto atribuido a Arminio.Siglo I a.C. Moscú. Puskin Museum


            Para consolidar su posición llevó a cabo una red de alianzas con algunos pueblos germanos, en especial con los queruscos, liderados por un tal Arminio, ciudadano romano de 25 años, miembro de los equites debido a que había luchado en el ejército romano. Algunos de los oficiales al mando de Varo trataron de prevenirle sobre Arminio, pero el gobernador no les prestó atención.
            Así en el año 9 d.C., Varo cruzó el Rin y estableció sus legiones en territorio querusco. Sólo dejó dos en la otra orilla del río. Alertado por Arminio de una presunta sublevación, un inmenso ejército formado por tres legiones (la XVII, la XVIIIy la XIX), 6 cohortes auxiliares y 3 alas encabezadas por Varo se adentraron en el bosque de Teutoburgo. En un momento determinado Arminio se alejó con la excusa de organizar la fuerzas aliadas, uniéndose a los germanos que esperaban ocultos por la niebla y por la frondosidad del bosque. Al mismo tiempo habían construido una empalizada camuflada y excavada en la montaña, donde podían esperar al enemigo sin ser visto. Habían cortado árboles que dejaron caer al paso de las legiones romanas creando gran desconcierto, momento que aprovecharon los germanos para lanzar una lluvia de dardos. A continuación se produjo una lucha cuerpo a cuerpo en la que el pesado equipo de las legiones se volvió en su contra en un terreno como el de Teutoburgo. En un determinado punto los romanos comenzaron a huir y Varo fue herido. Temiendo ser capturado se suicidó. La mayoría de los altos oficiales siguieron su ejemplo.


Batalla del bosque de Teutoburgo. Otto Albert Koch. 1909
Fuente: De Otto Albert Koch - www.lwl.org, Dominio público,

         El ejército romano fue masacrado produciéndose un gran número de bajas (se piensa que unos 18.000 hombres perdieron la vida). Así y todo hubo lugar para alguna heroicidad: el joven oficial Casio Querea (que años después se haría famoso por asesinar a Calígula) dirigió la huida de algunos legionarios, que fueron los encargados de difundir el desastre. Los germanos apresaron a unos 1500 prisioneros, de los que algunos fueron vendidos como esclavos y la mayoría fueron sacrificados en altares como ofrendas a sus dioses.
La cabeza de Varo fue enviada a Augusto, a quien la derrota lo alteró más que ninguna otra cosa en su vida. Ni siquiera la muerte ni la deshonra de sus seres más queridos lo llevaron a un estado de desolación tan grande, pues sólo ahora sintió que el logro de su vida estaba a punto de desvanecerse. El emperador, con 72 años, deportó a todos los germanos de su guarda personal así como a las comunidades gala y germanas que vivían en Roma. Nunca se recuperó del tremendo golpe. Se rasgó las vestiduras y llevó luto durante mucho tiempo sin afeitarse ni cortarse los cabellos. Cada aniversario del desastre lo vivió con hondo pesar.
A pesar de la angustia del Príncipe nunca hubo una amenaza real de invasión de Italia y el descalabro fue menos importante de lo que se ha venido considerando; no obstante el gran miedo psicológico que provocó en el pueblo romano la posibilidad de que se produjera una invasión bárbara resucitó el antiguo pánico que invadió a la población cuando Aníbal, algunos siglos antes, consiguió llegar hasta las puertas de Roma. Aunque sí es cierto que a partir de ahí, Roma no intentó más someter el norte de Germania pues era una zona muy conflictiva para los escasos beneficios que reportaba.  Las fronteras quedaron fijadas en el Rin y en el Danubio. Nunca más se usaron los números de las legiones masacradas para nominar otras nuevas.
En principio el Príncipe envió a Tiberio para restablecer el orden en la zona con un nuevo ejército formado con veteranos y libertos. El hijo adoptivo de Augusto demostró una vez más ser un excelente general, pues sin temor alguno, no se contentó con pacificar la zona, sino que organizó nuevos ataques, abriendo nuevos caminos y devastando todos los territorios por los que pasaba sin registrar pérdidas en su ejército. Ya en el año 13, el emperador envío a sustituirlo a Julio César Germánico, que con sólo 28 años llegó hasta el mismísimo bosque de Teutoburgo, donde aún se esparcían los restos de los legionarios derrotados. 


Bosque de Teutoburgo bajo la Niebla.
Fuente: De Nikater - Trabajo propio, GFDL, 

“Germánico avanzó hasta el confín extremo de los brúcteros, y fue devastado todo el territorio entre el Ems y el Lippe, no lejos del bosque de Teutoburgo, en el que se decía que estaban insepultos los restos de Varo y sus legiones. Por ello se apoderó de Germánico el deseo de rendir postreras honras a aquellos soldados y a su general; todos los militares presentes se movían a conmiseración al pensar en los allegados, en los amigos, en fin, en los reveses de la guerra y en la suerte humana. Tras enviar por delante a Cécina con la misión de explorar las partes escondidas de los bosques y de tender puentes y terraplenes sobre el suelo húmedo y poco seguro de los pantanos, penetran en aquellos tristes lugares de aspecto y memoria siniestros. El primer campamento de Varo, por lo amplio de su recinto y las medidas del puesto de mando, denotaba el trabajo de las tres legiones. Luego se veía que los restos ya diezmados del ejército se habían asentado en una fortificación que se hallaba medio derruida, con una trinchera de escasa profundidad. En mitad del llano, huesos blanquecinos, esparcidos o amontonados según hubieran huido o resistido. Al lado yacían trozos de armas y restos de caballos; también había cabezas clavadas en los troncos de los árboles. En los bosques cercanos estaban los altares de los bárbaros, ante los cuales habían sacrificado a los tribunos y a los centuriones de los primeros órdenes. Y los supervivientes de aquel desastre, que habían escapado del combate o del cautiverio, contaban cómo aquí habían caído los legados, allá les habían arrebatado las águilas; donde había recibido Varo su primera herida, donde había hallado la muerte por un golpe de su desdichada diestra; en que tribuna había pronunciado Arminio su arenga, cuántos eran los patíbulos para los cautivos, cuáles las fosas, y cómo habían hecho altanero escarnio de enseñas y águilas.
Así el ejército romano que allí había llegado, a los seis años del desastre, daba sepultura a los huesos de las tres legiones; nadie sabía si enterraba restos de extraños o de los suyos, mas procedían como si todos hubieran sido allegados y aun consanguíneos, acrecentada su ira contra el enemigo y a un tiempo tristes y llenos de odio. Germánico colocó el primer terrón para levantar el túmulo, en un gesto de piedad para con los muertos y asociándose al dolor de los presentes. Ello no le pareció bien a Tiberio, ya porque juzgara mal todo cuanto Germánico hacía, ya por creer que la visión de aquellos hombres muertos e insepultos menguaría los ánimos del ejército de cara al combate y ante un enemigo tan temible, y que un general en jefe, investido con el augurio y los más antiguos ritos, no debía haber puesto su mano sobre objetos fúnebres”. (Tácito. Anales. Libro I, 60-63).


Germanico. Siglo I d.C. Amelia Terni. Museo Archeologico
Fuente: Di Moreno Lupparelli - Opera propria, CC BY-SA 3.0,

Germánico no sólo demostró su inmensa calidad humana sino que también ahuyentó cualquier mal augurio; así, obligó a salir a Arminio, derrotándolo en la batalla de Idistaviso (en el año 16), donde se puso de manifiesto su genialidad militar, acabando con la sublevación y recuperando dos de los estandartes arrebatados a las legiones. La batalla se saldó con 15.000 bajas germanas frente a sólo 1000 romanas. A pesar de ello no logró capturar ni matar al líder querusco, aunque lo anuló casi por completo hasta el punto que acabó siendo asesinado por los suyos. Sí apresó en cambio a su esposa Thusnelda entregada al joven general por su propio padre al haberse casado con Arminio contra su voluntad. Thusnelda fue exhibida en el desfile triunfal de Germánico por las calles de Roma.


Arminio se despide de Thusnelda. Johannes Gehrts, 1884
Fuente: De Johannes Gehrts - http://www.lippische-wochenschau.de, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=6381855

            En 1987, el arqueólogo británico Anthony Clunn descubrió el lugar exacto donde se había desarrollado la batalla, en Kalkriese en la Baja Sajonia.Actualmente un museo alberga en el lugar los hallazgos arqueológicos hallados en la zona.
A pesar de su derrota final, Arminio se convirtió en un símbolo para el nacionalismo alemán en la segunda mitad del siglo XIX. Por su parte, Germánico se consagró como uno de los mejores generales de la historia Roma y su popularidad ante el pueblo romano alcanzó tales extremos que suscitaría los celos de su padre adoptivo y tío, Tiberio.


Monumento a Arminio en Grotenburg en las cercanía de Teutoburgo. 1875
            

Germanico, la última esperanza de Roma

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Busto de Germanico. Siglo I d.C, París, Museo del Louvre

Julio César Germánico nació el 24 de mayo del año 15 a.C. siendo llamado con el nombre de Nerón Claudio Druso Germánico. Era el primogénito del matrimonio formado por Druso el mayor y Antonia la menor, por tanto era sobrino nieto de Augusto, nieto de Livia y sobrino de Tiberio.
Germánico quedó huérfano de padre cuando sólo contaba 6 años. Desde ese momento junto con su madre y sus hermanos (Livila de 4 años y el futuro emperador Claudio de 1 año) se trasladaron con su abuela Livia a su casa del Palatino. Allí, los niños recibieron la misma educación que los nietos y nietas de Augusto, el cual siempre sintió una especial predilección por Germánico, al igual que antes la había sentido por su padre Druso, pues el pequeño era la viva imagen de su progenitor y el digno heredero de sus virtudes. Siempre fue también el preferido de su madre Antonia.

El pequeño Germánico entre sus padres en el Ara Pacis. 13-9 a.C. Roma 2013

No obstante, sólo a la muerte de sus nietos Cayo y Lucio consideró Augusto a Germánico como futuro heredero al trono imperial, poniéndolo por delante de su nieto Póstumo.  Por ello, en el año 4 d.C., al mismo tiempo que adoptó a Tiberio, obligó a éste último a adoptar a Germánico, aún cuando Tiberio ya tenía un hijo de más o menos la misma edad: Druso el menor.
Para dejar constancia de sus expectativas, al año siguiente el emperador casó a Germánico con su nieta favorita, Agripina la mayor, esperando que tras el paréntesis de Tiberio, su legado pasara a su propia descendencia, es decir, a los hijos nacidos de esta unión.

Agripina la mayor. Siglo I d.C. Roma, Museos Capitolinos

A pesar de ser un matrimonio por motivos políticos, Germánico y Agripina se habían criado juntos y estaban enamorados desde siempre, convirtiéndose en una de las parejas más sólidas del momento, hasta el punto que Augusto siempre los ponía de ejemplo de verdaderos romanos en el cumplimiento de sus leyes sobre el matrimonio. Tuvieron 9 hijos, de los que sobrevivieron 6: Nerón, Druso, Calígula, Agripina la menor, Drusila y Livila. “Como aun así, el estamento ecuestre, durante un espectáculo público, reclamaba insistentemente la abolición (de la leyes matrimoniales), Augusto mandó a buscar a los hijos de Germánico y, situados unos a su lado, otros en el regazo de su padre, los mostró ostentosamente, dando a entender a los caballeros, con su gesto y su expresión que no rehusaran imitar el ejemplo del joven” (Suetonio. Vida de Augusto. 34,2).
La adopción de Germánico supuso una aceleración de su cursus honorum y de su instrucción militar, campo en el que siguiendo la estela de su padre, comenzó pronto a sobresalir. Por ello, cuando contaba con sólo 22 años, en 7 d.C., Augusto lo envío a Panonia para que ayudara a su padre adoptivo Tiberio en una rápida resolución del conflicto que había estallado en aquel territorio. El hijo de Livia no pudo disimular su disgusto ante lo que él consideró una nueva falta de confianza por parte de Augusto hacia su persona, comenzando a sentir cierta animadversión hacia su sobrino. Así y todo, Germánico, siempre humilde, acataba sus órdenes al tiempo que realizó una buena campaña por la que se le condecoró con ornamentos triunfales frente al triunfo con el que se obsequió a Tiberio.

Germánico. Siglo I d.C. Roma. Fondazione Sorgente Group

Sin embargo, las campañas que encumbraron a Germánico fueron las dos que llevó a cabo en Germania; el objetivo de las mismas fue recuperar el control de la provincia (tras el desastre que supuso la pérdida de 15.000 legionarios romanos en la batalla del bosque de Teutoburgo acaecida en el 9 a.C.)
La primera de ellas emprendida junto a Tiberio se desarrolló entre los años 10 y 13 d.C. En ella Tiberio, demostrando nuevamente su genialidad en el campo de batalla, sofocó la gravísima situación que se había originado en Germania.
En el año 12 d.C., Germánico regresó a Roma, donde fue nombrado cónsul con 28 años, 5 años antes de la edad legal. En el 13 fue nombrado como comandante en jefe de las legiones del Rhin, partiendo nuevamente a Germania acompañado por su mujer Agripina y del pequeño Cayo (nacido en 12 d.C), que con sólo 1 año se paseaba por el campamento vestido con su uniforme de soldado y sus pequeñas caligae (sandalias militares), de ahí que fuera adoptado por las tropas como su talismán, su muñequito, siendo apodado por ellas con el nombre por el que sería conocido desde entonces: Calígula.
El año 14 estando en Germania, el joven general recibió la noticia de la muerte de Augusto y el nombramiento de Tiberio como nuevo emperador; éste concedió a Germanico imperio proconsular dándole autonomía plena en sus intervenciones en la provincia. Por su parte, el hijo de Druso prestó juramento de fidelidad a Tiberio.

Tiberio. Siglo I d.C. Roma. Museos Vaticano.
Foto de Bill Storage y Laura Maish
Fuente: http://www.rome101.com/portraiture/Tiberius/0608_8289WSA.html

 No obstante, la muerte de Augusto sumió al Imperio en un período de incertidumbre. En Germania se sucedieron una serie de motines de las legiones allí acantonadas. Germánico que se encontraba en la Galia partió de inmediato hacía allí. Los soldados le exigían el licenciamiento de los veteranos y un mayor sueldo para los jóvenes. Germánico se dirigió a ellos sin temor, desde la primera línea. Los legionarios entregados ante su discurso le ofrecieron el Imperio si él quería; él contestó que prefería darse muerte antes que faltar a su juramento de fidelidad hacia Tiberio. Como no lo dejaban retirarse a deliberar, pues le exigían que aceptara marchar hacia Roma para hacerse con el trono imperial, Germánico se colocó su espada en el corazón y amenazó atravesarse el pecho con ella hasta que le permitieron retirarse a su tienda.
Al no cesar la oleada de violencia, el general ordenó a su mujer Agripina y al pequeño Calígula que marchasen hacia lugares más seguros. Las tropas se reunieron entonces en torno a ellos implorando que no dejaran marchar a los descendientes del entonces divino Augusto, y sobre todo al pequeño, adorado por las legiones. Finalmente en nombre de Tiberio, Germánico concedió el licenciamiento a los soldados que llevaran más de 20 años de servicio y dobló el sueldo a quienes lo reclamaban. Tiberio refrendó esta decisión. Calígula permaneció con las legiones pero como condición debían entregar a los precursores de la sedición para que fueran debidamente castigados.

Agripina  la mayor y Calígula. Detalle del Gran Camafeo de Francia. 19 d.C. París. Gabinete de Medallas

Una vez retornada la calma, Germánico preparó la ofensiva contra Arminio (el líder querusco que había dirigido la sublevación de las tribus germánicas que había concluido con la clamorosa derrota romana de Teutoburgo). Llegó al mismísimo lugar de la masacre con sus legiones y allí dio sepultura a los restos esparcidos de los casi 15.000 legionarios que habían perdido la vida 6 años antes.
En el año 16 por fin se enfrentó a Arminio en la batalla de Idistaviso donde consiguió derrotarlo pero no matarlo ni apresarlo. Sin embargo, menoscabó tanto su influencia sobre las tribus germánicas que ellos mismos acabaron dándole muerte algunos años después. Germánico apresó a la mujer de Arminio y recuperó dos de las tres águilas perdidas en el desastre de Varo. Al mismo tiempo devolvió el orden en toda la zona pero no consiguió recuperar los territorios arrebatados pues Tiberio, no sabemos si por celos hacia el joven (a quien creía perfectamente capaz de llegar nuevamente hasta el Elba para su mayor gloria) o por deseo de seguir las indicaciones de Augusto de dejar las fronteras del Imperio en el Rhin, le ordenó volver a Roma donde se le honró con un triunfo, en el que se hizo patente la veneración no sólo de las legiones sino de todo el pueblo romano hacia Germánico.


Arminio lucha en la Batalla del Bosque de Teutoburgo

Por ello, Tiberio prefirió alejarlo de Roma y lo envío a Oriente el año 17. Allí decidió ponerle un hombre de su absoluta confianza para que controlara a Germánico: Cneo Calpurnio Pisón, pues el emperador temía que debido a las dotes militares de su sobrino y a la fascinación que provocaba en todos fuera tentado de querer emular a Alejandro Magno, a quien también le unía cierto parecido físico.
Germánio solucionó con rapidez todos los problemas que hacían temer cualquier rebelión en las provincias orientales: puso un nuevo rey en Armenia al mismo tiempo que convirtió Capadocia en provincia romana, mientras que Cilicia la dejó bajo influencia siria. El invierno decidió pasarlo en Egipto junto a Agripina y sus hijos que lo acompañaban como siempre. De regreso a Siria en el 19 entró en graves conflictos con Pisón que había anulado todas las disposiciones aprobadas por él. Así, Pisón decidió abandonar la provincia y marchar hacia Roma.



Moneda con el perfil de Germánico

Nada más partir Pisón, Germánico comenzó a sentirse indispuesto muriendo el 10 de octubre de ese mismo año. En el lecho de muerte el general confesó a Agripina y a sus amigos su convicción de que Pisón lo había mandado envenenar y les suplicó que vengaran su muerte. Convencida de ello, la nieta de Augusto ordenó que el cuerpo sin vida de su marido fuera expuesto en el Foro de Antioquía para que todos pudieran ver las extrañas manchas de su cuerpo. Sin embargo, no quedó claro si presentaba señales de envenenamiento. El dolor de todos fue inmenso “(La muerte de Germánico) causó gran duelo en la provincia y en los pueblos cercanos. Lo lloraron las naciones y reyes extranjeros; tanta había sido su benevolencia con los enemigos” (Tácito. Anales. Libro II. 72-2).

La muerte de Germánico. Nicolás Poussin. 1627. Mineápolis. Mineápolis Institute of Art

 Después de la incineración, Agripina partió hacia Roma con las cenizas de su marido acompañada de sus hijos. “A todos producía pena ver a aquella mujer, la primera por su alcurnia y que hasta ese momento viviera un maravilloso matrimonio, a quien siempre se había visto rodeada de veneración y gratitud, marchar entonces llevando en su seno aquellos fúnebres despojos” (Tácito. Anales. Libro II. 75, 1-2). La urna con las cenizas de Germánico fueron depositadas en el Mausoleo de Augusto. Su funeral, a pesar de que no tuvo la solemnidad de los entierros pues se celebró sin máscaras funerarias ni grandes pompas, fue memorable por la entrega del pueblo.

Agripina con las cenizas de Germánico. Benjamín West. 1768. Yale. Museo de de la Universidad
Fuente: De Benjamin West - The Yorck Project: 10.000 Meisterwerke der Malerei. DVD-ROM, 2002. ISBN3936122202. Distributed by DIRECTMEDIA Publishing GmbH., Dominio público,

La consternación de la Ciudad Eterna no tenía límites. “En Roma, desde que se multiplicaron las noticias de la enfermedad de Germánico, y a causa de la distancia todo se exageraba para mal, reinaban el dolor, la ira y estallaban las lamentaciones. Para eso, se decía, se lo había relegado al extremo del mundo; […]. Bien habían dicho los viejos a propósito de Druso (padre de Germánico): a los que reinan les molesta que sus hijos tengan temperamento liberal; Druso y Germánico habían sido interceptados en su carrera sólo porque pretendían organizar al pueblo romano en igualdad de derechos devolviéndole la libertad. El ambiente de estas conversaciones del vulgo se incendió de tal manera con la noticia de la muerte que, acordado el duelo antes del edicto de los magistrados y antes del decreto del Senado, quedaron desiertos los foros y se cerraron las casas. Por todas partes silencio y llanto, sin nada de amañada ostentación, y aunque no se abstenían de las muestras externas de duelo, más profundo era el dolor de los ánimos” (Tácito. Anales. Libro II. 1-4).
Toda esta amargura y rabia se volvió hacia Tiberio (quien ni siquiera participó en las exequias de su hijo adoptivo escudándose en su propia pena); lo acusaban de haber dado la orden a Pisón de eliminar al joven de 34 años. Agripina, sostenida por las masas, no cesó en sus ansias de venganza hasta que Pisón fue llevado a los tribunales y obligado a quitarse la vida, lo que generó un odio atroz de Tiberio hacia ella. A partir de entonces, fuera cierta o no la implicación de Tiberio en la muerte de Germánico, el emperador se volvió enormemente impopular.
Ya he ido apuntando algunas ideas sobre la personalidad de Germánico. Físicamente era muy parecido a su padre y poseía la belleza de la gens Julia, heredada de su madre Antonia. Tácito (quien a pesar de vivir años después que él sentía veneración hacia el hijo de Druso) lo definió como “un joven de talante liberal, de una admirable bondad, tan diferente en el modo de hablar y de mirar de Tiberio, arrogante y sombrío” (Tácito. Anales. Libro I. 33, 2-3). Igualmente dice de él que “verlo y oírlo inspiraba pura veneración, pues conservando la grandeza y gravedad de la suma fortuna, huía de los motivos de envidia y arrogancia” (Tácito. Anales. Libro II. 72-2). Era bondadoso, dulce, un marido virtuoso y un padre excelente. Sólo su pronta desaparición puede explicar la degeneración en la que se educaron sus hijos, que se convirtieron bajo el amparo de Tiberio en lo peor de la dinastía. La alegría del pueblo romano cuando un hijo de Germánico (Caligula) accedió al trono imperial corroboran las opiniones de Tácito.

Germánico. Siglo I d.C. Copenhague. NY Carlsberg Gliptoteca

“Había quienes asimilaban su figura, su edad, el género de su muerte, incluso la cercanía de los lugares donde pereció, al destino de Alejandro Magno. Pues ni uno ni otro, bellos en lo físico y de linaje insigne, habían sobrepasado en mucho los 30 años, y habían muerto por asechanzas de los suyos entre gentes extrañas. Sin embargo Germánico, amable para con los amigos, moderado en los placeres, fiel a una sola esposa, con sólo hijos legítimos, no había sido menos guerrero, aunque no tenía la temeridad de Alejandro, y se le había impedido someter a servidumbre las Germanias abatidas en tantas victorias. Y si hubiera sido el único árbitro del Estado, si hubiera tenido derecho y título de rey, hubiera obtenido la gloria militar tanto antes que Alejandro cuanto lo sobrepasaba en clemencia, templanza y demás buenas cualidades” (Tácito. Anales. Libro II, 1-2).
Con la muerte prematura de Germánico una vez más se puso de manifiesto que la Roma Imperial era un lugar extremadamente peligroso para las buenas personas, pues muy distinto hubiera sido el devenir de la dinastía Julio-Claudia si Druso y Germánico no hubieran desaparecido en la flor de la vida.

Agripina la mayor

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Agripina la mayor. Siglo I d.C. Roma. Museos Capitolinos

Vipsania Agripina nació en Atenas en el año 14 a.C. Era la cuarta hija de Agripa y de Julia la mayor, por tanto nieta de Augusto.
La niña fue educada, al igual que su hermana Julia, bajo la estricta supervisión del emperador y de su esposa Livia. Se la instruyó en todas las disciplinas así como en las actividades propias de las matronas romanas, como las labores de la lana, de hecho Augusto sólo vestía prendas tejidas por las mujeres de su casa.
A pesar de vivir con muy corta edad la deshonra y el exilio tanto de su madre como de sus hermanos (Julia Menor y Póstumo), ordenados por el emperador, Agripina siempre estuvo muy unida a su abuelo, que la consideraba su nieta favorita.
        Con 18 años, se casó con Germánico, el nieto de Livia y de su tía abuela Octavia, con quien se había criado y de quien siempre estuvo enamorada. Ese mismo año su marido fue adoptado por Tiberio mediante orden de Augusto, por lo que el joven matrimonio se convirtió en serio candidato al trono imperial en un futuro. Ese era el gran anhelo de Augusto, frustrado por el cruel destino en varias ocasiones: que sólo su descendencia heredara su legado.
De la unión, nacieron 9 hijos, tres de los cuales murieron en la más tierna infancia. Sobrevivieron 6: Nerón, Druso, Cayo (Calígula), Agripina, Drusila y Livila.

Germánico: Siglo I d.C. París. Museo del Louvre

Mujer de gran carácter, acompañó siempre a su marido en todas sus campañas militares, siendo protagonista en alguna ocasión de algún hecho heroico más propio de soldados. Por ejemplo durante el motín de las legiones de Germania bajo el mando de su esposo, Agripina, que estaba embarazada, se vio obligada a abandonar el campamento romano por motivos de seguridad en dirección a la Galia. Estando en el campamento galo de los treviros corrió el rumor que una expedición romana había sido derrotada por los germanos y que éstos se disponían a invadir la Galia. La noticia era falsa pero los legionarios estaban dispuestos a cortar el puente sobre el Rin que unía las dos orillas. Agripina con gran valentía impidió que se llevara a cabo la acción de destruir el puente y recibió a los soldados que regresaban dedicándole halagos. Habíase esparcido tanto la fama del ejército sitiado, y que los germanos iban con el suyo sobre las Galias, que si Agripina no hubiera prohibido romper el puente sobre el Rin, no faltara quien de puro miedo se hubiera atrevido a tal vileza; mas aquella generosa mujer, haciendo aquellos días oficio de capitán, dio a los soldados, según que se hallaban desnudos o heridos, vestidos o medicamentos. Refiere Cayo Plinio, escritor de las guerras de Germania, que se puso a la entrada del puente, y que allí alababa y engrandecía el valor de las legiones cuando a su vuelta iban pasando”. (Tácito. Anales. I, 69, 1).

Agripina la mayor. Siglo I d.C. Roma. Busto encontrado en el Foro de Trajano

Este tipo de comportamiento por parte de una mujer irritaba mucho al nuevo emperador Tiberio que era muy conservador. Penetraron estas cosas más vivamente el ánimo de Tiberio, pareciéndole que no se tomaban aquellos cuidados con sencillez, y que no era posible que Agripina procurase el favor de los soldados para servirse de ellos contra extranjeros. ¿Por ventura -decía- quédale algo que hacer al emperador, si una mujer reconoce los manípulos, visita las banderas, ofrece donativos, como si no le bastase para prueba de su ambición el traer consigo al hijo del general en hábito de soldado, haciéndole llamar César Calígula? Que tenía ya Agripina más poder y autoridad en los ejércitos que los legados y que los generales, pues ella sola había quietado la sedición, a quien no pudo resistir el nombre y la autoridad del príncipe. Agravaba y acriminaba estas cosas Seyano, y conociendo el natural de Tiberio encendía a lo largo los odios para que, reteniéndolos en sí, los pudiese desfogar después a su tiempo más gravemente” (Tácito. Anales. I, 69, 1).
Sin embargo, Germánico y Agripina eran adorados por un pueblo romano que detestaba a Tiberio. Sin embargo, ellos eran leales al emperador y se movían lo más discretamente posible para no alentar al pueblo.

Camafeo conmemorativo de la boda entre Claudio y Agripina la menor con Germánico y Agripina la mayor Siglo I d.C. Viena. Kunsthistorisches Museum.

Pero Tiberio no podía vivir tranquilo con Germánico tan cerca, por eso tras ordenarle el regreso de Germanía para apagar sus ansias de gloria, lo envío a Oriente bajo la supervisión de un hombre de su confianza, Cneo Calpurnio Pisón. Enseguida surgió la rivalidad entre ellos y entre Agripina y la mujer de Pisón, Plancina. En octubre del año 19 d.C., Germánico murió en extrañas circunstancias, convencido de que había sido envenenado por Pisón y Plancina. Agripina en su inmenso dolor expuso el cuerpo de su marido en el Foro de Antioquía para que todos constataran las señales de envenenamiento sobre él. Una vez incinerado volvió a Roma acompañado de sus hijos para depositar las cenizas de Germánico en el Mausoleo de Augusto.

Agripina desembarca en Brindisi con las cenizas de Germánico.  Gavin Hamilton. 1765-72

El dolor de las provincias y sobre todo del pueblo romano fue desgarrador. Las masas apoyaron a Agripina desde el primer momento. El hecho de que Tiberio no acudiera al funeral (escudado en su gran pena) encendió aún más los ánimos del populacho dando lugar incluso a un conato de rebelión aplacada por la guardia pretoriana. El día que las cenizas (de Germánico) se enterraron en el sepulcro de Augusto parecía Roma, ora un desierto por el silencio, ora un infierno por los llantos. Las calles ocupadas, el campo de Marte lleno de hachas encendidas, los soldados armados, los magistrados sin sus insignias ordinarias, el pueblo, dividido en sus tribus, gritando que era llegada la ruina de la República y que ya no les quedaba esperanza; y esto tan pronta y descubiertamente como si del todo se hubieran olvidado de que tenían un emperador. Pero ninguna cosa penetró más el corazón de Tiberio que el aplauso de la gente en general para con Agripina, a quien llamaban honra de la patria, única descendiente de sangre de Augusto, único ejemplo de la antigüedad; y vueltos al cielo rogaban salud para su descendencia y que viviese más que los ruines”. (Tácito. Anales. III,4,2).
      Agripina, cegada por sus ansias de venganza, puso a Tiberio contra las cuerdas obligándole a juzgar y a condenar a Pisón y a Plancina por traición. El primero, se vio obligado a suicidarse mientras que  la mujer quedó absuelta. De todas maneras la actitud de Tiberio durante el proceso ratificó la sensación de que él mismo hubiera ordenado a Pisón la muerte de su sobrino, quizás sólo debida a pura mala suerte.
A raíz de todo esto la relación entre Tiberio y Agripìna quedó seriamente dañada, incrementándose  el odio del emperador por la gran veneración que sentía el pueblo hacia la única nieta de Augusto.

Tiberio y Agripina la mayor. Pedro Pablo Rubens. 1614. Washington. National Gallery of Art

Varios incidentes acrecentaron las diferencias entre ellos. En una ocasión invitada a comer por Tiberio, Agripina no probó la comida, lo que le valió la acusación del emperador de tacharlo de envenenador. Otra vez, Agripina amargada ante la persecución a sus amigos y conocidos le recriminó que hiciera sacrificios ante el dios Augusto mientras perseguía a sus descendientes; Tiberio le contestó haciendo suyos los famosos versos de la Iliada: ¿Y tú porque te ofendes? ¿Por qué no eres reina?. “Agripina, mal sufrida siempre, se va a Tiberio, y hallándolo que sacrificaba a su abuelo, tomando de aquí ocasión para desfogar su enojo: ¿Qué sentido -dijo- tiene el adorar a Augusto mientras se persigue a sus descendientes? Aquel divino espíritu no se ha transportado a las estatuas mudas; mas su verdadera imagen, nacida de la sangre celeste, siente bien mis peligros y participa de mis miserias. Sin justicia es proceder contra Pulcra (amiga de Agripina), siendo todos sus delitos haber tenido amor a Agripina, si ya no lo es la imprudencia con que se ha olvidado del reciente ejemplo de Sosia (Otra de sus amigas), afligida por la misma causa. Sacaron estas razones de aquel pecho hondo y escondido unas claras y descubiertas palabras, pocas veces dichas por él; y reprendiéndola ásperamente, la amonestó con un verso griego, que dice: ¿Por qué te das por ofendida; por qué no reinas? (Tácito. Anales. IV,52).

Escultura sedente de Agripina la mayor. Siglo I d.C. Nápoles. Museo Arqueológico

Agripina temía por la vida de sus hijos varones (únicos descendientes de Augusto) a quien Tiberio ya había presentado ante el Senado. Buscando protección, rogó al emperador que le concediese un nuevo marido, algo a lo que éste se negó, por temor a que algún varón noble pudiera hacer suyas las reivindicaciones de Agripina. La nieta de Augusto no se equivocaba, pues a partir del año 29 d.C. la muerte de la emperatriz Livia (que aunque apartada por su hijo, inspiraba aún gran temor en él) desencadenó la ira de Tiberio sobre Agripina y sus hijos, a los que Livia protegía.
Instigado por Sejano, su mano derecha y amante de la viuda del hijo de Tiberio, Druso el menor (a quien la pareja había asesinado años antes para despejarse el camino hacia el trono), Agripina fue acusada de traición junto a su hijo mayor Nerón ante el Senado, quien rechazó los cargos. Pero Tiberio reaccionó reclamando el juicio para sí mismo y condenó a ambos al destierro: a Agripina a la isla de Pandataria, donde pasó los primeros año de exilio su madre Julia, y a Nerón a Pontia. Antes de partir un nuevo enfrentamiento con el emperador le supuso la pérdida de un ojo a manos de un centurión.

Calígula. Siglo I d.C. Napoles. Museo Arqueológico Nacional.

 El año 31 Nerón fue mandado asesinar por Sejano quien puso en conocimiento de Agripina las circunstancias de la muerte de su hijo predilecto. Idéntica suerte corrió el segundo de sus hijos, Druso, confinado en una celda hasta que murió de hambre. Sólo Calígula consiguió sobrevivir de los hijos de Germánico, la historia demostraría por qué.
           Agripina, obligada a comer por Tiberio durante un tiempo, se dejó morir de hambre en el año 33 d.C. Sus restos fueron rescatados por su hijo Calígula  a la muerte de Tiberio en el 37 d.C. y depositados en el Mausoleo de Augusto.

Calígula trasladando las cenizas de su madre. Eustache Le Seur. 1647. Londres. Collección Real del Castillo de Windsor.
Fuente: De Eustache Le Sueur - Web Gallery of Art:   Image  Info about artwork, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=15462540

Como hemos venido esbozando Agripina, digna heredera de la belleza de los Julio, era una mujer muy temperamental que nunca temió decir lo que pensaba. Dice Tácito, “tenía un carácter más bien excitable aunque era virtuosa, y por amor a su marido procuraba contener su natural indómito” (Anales. I, 33). Honrada y sincera, no sólo Tiberio sino también muchos historiadores de la época le reprocharon las atribuciones que se tomaba siendo sólo una mujer. Esposa amante y leal, dio su vida por vengar la muerte de su amado Germánico. Del mismo modo, adoraba a sus hijos, si bien la falta de autoridad paterna la llevo a consentirlos en exceso, en especial a Calígula. A pesar de ello, Agripina, todo un ejemplo de matrona romana fue una de las grandes mujeres de su tiempo.

Lápida funeraria de Agripina. Siglo I d.C. Roma. Museos Capitolino

Italia Augustea. 1ª Parte

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Durante la República, Italia era una federación de territorios con diversos status administrativos. Éstos, podían ser: municipios (con cierta autonomía política-administrativa) o colonias (ciudades de nueva fundación creadas para poblar territorios no habitados o como fortaleza militar para controlar un territorio fronterizo inestable). Estás últimas a su vez podían  dividirse en las de derecho latino (con cierta autonomía pero sus habitantes perdían la ciudadanía romana) o de derecho romano (cuyos  habitantes conservaban la ciudadanía). Además existían otras entidades menores que no constituían ningún referente político y administrativo.

Italia en época augustea
Fuente: Di YukioSanjo - Opera propria, CC BY-SA 3.0, 

        Con la llegada del Imperio, Augusto reorganizó las ciudades de Italia en base a criterios étnicos, lingüísticos además de geográficos. Así, en 7 d.C., el Príncipe dividió Italia en 11 regiones:

-         Regio I Latium et Campania.
-         Regio II Apulia et Calabria
-         Regio III Lucania et Bruttii
-         Regio IV Samnium
-         Regio V Picenum
-         Regio VI Umbría et ager Gallicus
-         Regio VII Etruria
-         Regio Aemilia
-         Regio IX Liguria
-         Regio X Venetia et Histria
-         Regio XI Transpadana

       Augusto y sus sucesores siempre favorecieron a Italia por encima de cualquier territorio. Construyeron una sólida red de carreteras y embellecieron las ciudades dotándolas de importantes estructuras urbanas y edificios públicos. En varias reseñas intentaré hacer un análisis de los principales vestigios de esta época augustea que aún quedan en pie.

  • Ostia Antica (Regio I Latium et Campania)

Restos de huellas de carros en la Via Ostiense. Ostia 2013

Ostia (la principal urbe de Italia en época imperial después de Roma), se ubica a unos 30 minutos en tren de la capital italiana, siendo, junto a Pompeya y la propia Roma, la ciudad romana que más me ha impresionado cuando en mayo de 2013 la visité por primera vez.
En ella, al igual que en Pompeya, parece como si el tiempo se hubiera detenido y, hoy en día, gracias a las excavaciones iniciadas a finales de 1700 y los exhaustivos procedimientos de restauración, nos ofrece en su recorrido un palpitante viaje hasta la Roma antigua a través de sus tabernas, ínsulas, letrinas públicas e innumerables edificios públicos y privados testimonios de una civilización única.


Fuente en forma de baúl. Ostia 2013

Ínsula conocida como Casa de Diana. Siglo II d.C, Ostia 2013

Letrinas públicas. Siglo IV d.C. Ostia 2013

Ninfeo degli Eroti. Principio del siglo V d.C, Ostia 2013

Panadería. Ostia 2013

Aunque varios autores antiguos atribuyen la fundación de Ostia al cuarto rey de Roma, Anco Marcio, sus orígenes son un poco inciertos pues no se han encontrado huellas en la ciudad de época monárquica. Los restos más antiguos de Ostia se remontan a la segunda mitad del siglo IV a.C. cuando Romo tras derrotar a los etruscos extendió su poder desde la Toscana inferior al sur del Lacio.
Las primeras noticias que se tienen, sin embargo, de Ostia son del siglo III a,C., siendo su puerto desde donde partió Publio Cornelio Escipión en dirección a Hispania donde derrotó tres veces al ejército cartaginés en la Segunda Guerra Púnica.
No obstante, fue bajo el Principado de Augusto, cuando Ostia empezó a renovarse en su aspecto monumental, si bien muchas de las obras de este período, sufrieron con posterioridad múltiples remodelaciones. De finales del siglo I a.C. podemos datar con certeza el teatro y el Foro de las Corporaciones.
Nada más cruzar las murallas de la ciudad un poco antes de traspasar la Porta Romana(que daba el acceso a Ostia) a la derecha nos encontramos con un bloque de mármol de los primeros años del siglo I d.C. con la inscripción “SALUTI CAESARIS AUGUSTI GLABRIO PATRONUS COLONIAE” (SALUD PARA CÉSAR AUGUSTO, GLABRIO, PATRONO DE LA COLONIA). Así se saludaba al emperador en una visita a la colonia, lo que deja patente la vinculación de Augusto a la misma.



   Teatro



Ostia 2013

El área del teatro fue una de las primeras que se excavó a finales del siglo XIX. Fue mandado edificar por Marco Vipsanio Agripa, yerno de Augusto. Tenía una capacidad inicial para 3.000 espectadores, ampliadas a 4.000 en futuras remodelaciones.



Fachada exterior del teatro en el Decumanus Massimus. Ostia 2013

Los tabiques de sostén del graderío, originales de época augustea, están orientados hacia el Decumano Máximo. Entre ellos se construyeron locales comerciales que daban al porticado exterior y unas escaleras para subir a las plantas superiores, cubiertas con bóveda de cañón.


Galería de acceso al teatro. Ostia 2013

Galería de acceso al teatro. Ostia 2013

En la bóveda del corredor central quedan restos de la elegante decoración de estuco que sugieren un ambiente refinado. El teatro seguía el esquema típico del teatro romano con una cavea(sólo son originales las primeras filas de asientos), orchestra, proscenio (en el que se alternan hornacinas rectangulares con otras semicirculares) y la escena (que tendría dos pisos y estaba decorada con máscaras teatrales).



 Ostia 2013


Máscaras teatrales. Ostia 2013

   Foro de las Corporaciones



Reconstrucción del teatro y del Foro de las Corporaciones

Edificado a la vez que el teatro, se encuentra detrás del escenario del mismo. Era el lugar donde los mercaderes tenían sus despachos. La plaza porticada también servía para acoger a los espectadores del teatro.


Foro de las Corporaciones

Sufrió importantes remodelaciones posteriores, sobre todo en época de Claudio, que construyó el pórtico de columnas de ladrillo. Claudio fue también quien ordenó levantar el nuevo Puerto, que adquirió tal importancia que acabó convirtiéndose en una ciudad independiente (Portus).
Los preciosos mosaicos que representan las distintas corporaciones mercantiles son del siglo II d.C. En el centro aún se hallan los restos de un templo dedicado a Ceres.


Mosaico del Foro de las Corporaciones. Ostia 2013

Mosaico del Foro de las Corporaciones que representa el faro de Ostia Antica

Restos del Templo de Ceres. Ostia 2013

  Templo de Augusto y Roma



Reconstrucción del Templo de Augusto y Roma

Datado en época de Tiberio, de él sólo quedan los cimientos. Dedicado por la ciudad al por entonces divusAugusto, se erguía al modo de los templos romanos sobre un alto podio con 6 columnas frontales.



Cimientos del Templo de Augusto y Roma. Ostia 2013

Algunos fragmentos de mármol de época posterior están colocados en la pared de la izquierda. Es probable que la imagen que se conserva de la diosa Roma estuviera colocada originalmente en lo más alto del frontón.



Fragmentos de la decoración del Templo de Augusto y Roma. Ostia 2013

      Delante del templo se encuentra el sacellum de los Lares Augustos donde se realizaban los sacrificios a las dos deidades titulares del templo.

Sacellum del Templo de Augusto y Roma. Ostia 2013


         
Ostia Antica. Video propiedad de Visitlazio.com

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